Camiones repletos de cáscara mal oliente por las calles

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No hay nada tan mal oliente como la cáscara de naranja en descomposición. Eso lo saben sobradamente los habitantes de la ciudad de Álamo, que tienen que  respirar un aire altamente contaminado por los hedores que produce esta cáscara, cuyo olor penetrante nos hace la vida imposible.

 

Se trata de los camiones que circulan por el centro de la ciudad repletos de este material que desechan las cuatro factorías que procesan la naranja para convertirla en jugo concentrado. No solamente se trata de respirar este nauseabundo olor al paso de los camiones. Como recuerdo de su paso por las calles de la ciudad, va escurriendo el líquido de la cáscara, dejándonos por largo rato el ingrato olor de la podredumbre.

 

Si bien es cierto que estas fábricas son una fuente de trabajo, cierto es también que el río en su flora y su fauna, ya resienten los embates de una polución incontrolada. Los vecinos de Álamo Tortuga, por ejemplo, sobradamente saben hasta dónde puede ser perjudicial, el tener una fábrica como vecina. Los pozos con agua amarilla, la mortandad de peces y la picazón que experimentan quienes se bañan en el río en épocas en que las jugueras realizan la limpieza de sus máquinas, con sosa cáustica y otros  productos tóxicos, son hechos contundentes, lamentables, y por lo visto hasta ahora, irremediables.