¡Siembra terror!

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A punta de pistola exigen el retiro de conductores, en “operativo” implementado en el Pueblo Mágico, que no aportó nada al desorden vial que vive esta ciudad

 

María Elena Ferral

Papantla

 

Excedidos en sus facultades e incurriendo en pleno abuso de autoridad, al amedrentar a los ciudadanos con las armas que portan, elementos de la recién creada Policía Vial “sembraron terror” en el Pueblo Mágico, al implementar un “operativo” en contra de unidades particulares, cuyos propietarios denunciaron malos tratos y acoso de parte de estos servidores públicos, que pasando por alto al delegado de Tránsito, Carlos Vargas Valencia, irrumpieron en forma violenta en el centro histórico de la  ciudad.

 

 

De manera sorpresiva, elementos de la Policía Vial o preventiva, según se dice, “con alta capacidad de acción y reacción, ante cualquier situación que ponga en riesgo a la población y su patrimonio”, que tiene una especialidad en vialidad, “lo que les permite cumplir con la función de seguridad de manera integral”, dejaron de manifiesto todo lo contrario entre los conductores y la misma población, sobre todo en los primeros, que fueron tratados como vulgares delincuentes, al pretender imponer orden al desorden vial a punta de pistola, en este caso, de armas de alto poder que portaban.

 

Sin embargo, el “operativo” implementado en el Pueblo Mágico, no aportó nada al desorden vial que vive esta ciudad, sólo crearon terror y reacciones en contra, pues los conductores les exigieron primero, liberar las calles y las reducidas áreas de estacionamiento que durante todo el día están ocupadas por comerciantes, empresarios, empleados, ambulantes, que ejercen el comercio fijo a bordo de unidades, y sobre todo, someter al orden a los trabajadores del volante que se han apoderado de la vía pública, estacionándose incluso en doble fila y en lugares prohibidos.

 

 

Aún cuando sus funciones son de supervisión y apoyo en campo de agentes de Tránsito, se pasaron por alto a la Delegación de Tránsito del Estado, a cargo de Carlos Vargas Valencia, al realizar un violento desalojo del centro histórico, atascado principalmente de trabajadores del transporte público y de unidades particulares de influyentes, que claro está, no fueron molestados, y con justa razón los ciudadanos protestaron y pidieron que la medida fuera pareja.