En Cumbre Tajín 2018 se vive la regeneración de la vainilla como elemento cultural

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DE LA REDACCIÓN

Adriana Gaya pregunta a cada participante al Taller de perfume de vainilla en Casa Xantah, ¿Qué sabes de la vainilla? , durante el Festival Cumbre Tajín 2018, en el parque Takilhsukut, en Papantla, Veracruz.

Las respuestas más comunes son “Es para los postres, es deliciosa,  es afrodisíaca. Entonces Adriana empieza con pasión a hablar de lo que más le gusta, la vainilla.

“Es una orquídea originaria de Papantla, de las miles de especies de orquídeas del mundo esta es la única que da frutos. Las plantas de vainilla de todo el mundo son hijas de la vainilla de nuestra región, somos los originales, pero hoy no somos el mayor productor, nuestra orquídea está en peligro de extinción”, el rostro de los asistentes pasa de la sonrisa a la preocupación.

Y es que esta orquídea, ofrenda ancestral a los dioses, depende para su polinización de las abejas meliponas, unos pequeños insectos negros que no poseen aguijón, tan pequeñitas que son las únicas que pueden entrar a la orquídea y polinizarla. Sin embargo, los pesticidas y la desaparición de su hábitat las han puesto en peligro de extinción.

Es aquí cuando Óscar Matías Vázquez, un apicultor macehual de Cuetzalán, en la sierra norte de Puebla, y con quien Adriana imparte el taller, explica cómo se están acabando,  “Desde hace unos diez años mi abuelo me heredó las abejas y el conocimiento milenario para seguirlas cultivando con ollas de barro, saberes de cómo las afecta la luna y todo lo necesario para que no se mueran. En ese momento no era una actividad redituable, pero hemos trabajado mucho en una cooperativa para que no desaparezca y demostrar lo buena que es. Hoy no solo cosechamos a las abejas, sino que nuestra sierra tiene más biodiversidad, según los estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México, y todo es gracias a la abeja sin aguijón, la melipona”.