Un día del padre muy padre

el

DE LA REDACCIÓN

El Día del Padre inició temprano para los amantes del futbol, pues la justa mundialista tan esperada iniciaba para la Selección Mexicana, desde las primeras horas de la mañana, padres e hijos prepararon la botana y todo lo necesario para ver el juego.

Otros, para celebrar, decidieron ir al bar, al café para presenciar el primer partido de la selección nacional contra su similar de Alemania, un encuentro que pintaba no menos que imposible de ganar, aun así padres e hijos ataviados con sombreros y zarapes tenían la esperanza de una victoria.

La hora llegó, en miles de casas y en restaurantes sonó el silbatazo, la angustia por conocer por cuantos goles iba a perder el conjunto mexicano, pero el tiempo pasó y el milagro llegó.

Un gol del equipo mexicano sacudió los miles de hogares y las plazas públicas, padres e hijos celebraban el gol, pero también la unión que el encuentro deportivo generaba entre los lazos familiares.

El partido terminó contra todo pronóstico, el conjunto mexicano ganó su primer encuentro al equipo que se decía el más poderoso; como lo marca la tradición, el festejo se fue más allá de los hogares.

Al reloj de la 20 llegaron aficionados, familias, quienes aprovecharon el día para convivir con el jefe de familia, y festejaron la alegría que el conjunto mexicano les brindó al filo del mediodía.

La celebración se extendió varias horas, algunas familias aprovecharon su visita a la zona centro para deleitar al jefe de familia en alguno de los restaurantes cercanos, otras más, pasearon por el primer cuadro. 

Lo importante era que el Día del Padre no quedara en el olvido ni pasara como un día más del año.