Muere Sergio Pitol

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-Se va un grande de la literatura, pero deja invaluable legado

Por Yhadira Paredes/Juan Davis Castilla 

Originario de Puebla, pero veracruzano y sobre todo xalapeño por adopción y decisión, ayer por la mañana el maestro Sergio Pitol Demeneghi falleció en el calor de su hogar.

Las letras, la cultura y las artes se visten de luto para despedir al premio Cervantes, quien nació en Puebla el 18 de marzo de 1933, licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad Veracruzana y de la Universidad de Bristol. 

Huérfano de madre desde los 4 años y enfermo de malaria, se mantuvo encerrado hasta los 12 años de edad, para después cumplir su sueño, el viajar por todo el mundo y convertirse en ciudadano universal.

Fue estudiante en Roma, traductor en Pekín y en Barcelona, profesor universitario en Xalapa y en Bristol, y diplomático. Miembro del Servicio Exterior desde 1960.

Fue consejero cultural de las embajadas mexicanas en Francia, Hungría, Polonia y la Unión Soviética, director de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, director de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional de Bellas Artes y embajador en Checoslovaquia. 

Trabajó para las editoriales Novaro, Oasis y Tusquets. Fue colaborador de Revista de la Universidad, Estaciones, Revista de Bellas Artes y La Palabra y el Hombre; de los suplementos México en la Cultura, La Cultura en México, Sábado y La Jornada Semanal; y del diario Ovaciones. 

En su legado cultural nos deja No hay tal lugar, 1967; Infierno de todos, 1971;

Los climas, 1972; El tañido de una flauta, 1973; Asimetría, 1980; Nocturno de Bujara, 1981; Cementerio de tordos, 1982; Juegos florales, 1985; El desfile del amor, 1985; Domar a la divina garza, 1988; Vals de Mefisto, 1989; La casa de la tribu, 1989; entre otras. 

Un hombre multipremiado por su arte con reconocimientos como el Premio Rodolfo Goes del INBA, 1973; Premio La Palabra y el Hombre, 1980; Premio Xavier Villaurrutia, 1981; Premio Narrativa Comala, 1982; Premio Herralde de Novela, 1984; Gran Premio de la Asociación de Cultura Europea, 1987; Premio Juan Rulfo, 1999; y el Premio Cervantes 2005. 

LO DESPIDEN CON LAS MAÑANITAS

El silencio que precede a la muerte fue quebrado de tajo por el canto de unas Mañanitas que llegaron fortuitas a la última casa del escritor Sergio Pitol.

El contraste entre la celebración de la vida y el dolor de la muerte acompañaron los restos del escritor Pitol Demeneghi, en sus últimas horas en esta tierra.

De la vivienda marcada con el número 11 de la calle Pino Suárez, en el centro de Xalapa, salió una carroza fúnebre con el cuerpo del autor acostumbrado a desvelar la riqueza del lenguaje mediante textos.

Adentro, el silencio sepulcral de la familia que, a pesar del momento se mostraba fuerte, entera. Afuera, amigos y medios de comunicación se reunieron para acompañar al escritor en el trayecto a la funeraria.

Habían pasado casi cuatro horas desde que se conoció de su fallecimiento y para entonces la vida en los alrededores seguía su curso; un puesto de antojitos en la esquina tenía a su clientela habitual que se preguntaba por la presencia de tantas personas fuera de una vivienda.

“Es la casa del escritor”, dijo quien despachaba el modesto puestecito. “No, debe ser que ya hubo bronca con los maestros”, dijo un comensal que está habituado a los cierres de las calles en Xalapa por manifestaciones de docentes, y que se dejó llevar por la cercanía con las oficinas de la Sección 56 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

De ahí salió de manera repentina el cuerpo del traductor y rompiendo el silencio Las Mañanitas despidieron de manera fortuita a Pitol, pues por azares del destino maestros celebraron el aniversario de uno de sus compañeros.

Momentos antes, el nerviosismo de los familiares era evidente; cuidaron hasta el último momento la dignidad de su querido Pitol, y repitieron en varias ocasiones a los miembros de la prensa que no darían declaraciones.

Durante la mañana se acercaron algunos conocidos y amigos del autor, que entraron al hogar familiar, pero no así el director de Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), Edgar García Valencia, a quien informaron no se le permitiría la entrada a la vivienda.

Acaso por los problemas que la UV ha tenido en años recientes con la familia, ya que suspendieron el pago de regalías de las obras de Pitol desde hace varios meses por un pleito legal.

Algunos más decidieron esperar afuera, mostrar su respeto sin incomodar a la familia, como el escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño, que se expresó de Pitol como quien merecía haber ganado el premio Nobel de Literatura.

Tras la salida de la carroza, la vivienda volvió a la tranquilidad; los vecinos regresaron a sus hogares tras observar partir a quien por décadas los acompañó con sus tertulias literarias.

El viaje no ha terminado, y las notas del crescendo están por ejecutarse, porque a Pitol Demeneghi lo acompañarán quienes disfrutaron de sus obras, de su personalidad sencilla y de su capacidad para inspirar a quienes atendieron su llamado a leer como un ejercicio hedonista.

SU MUERTE FUE UNA LIBERACIÓN: PONIATOWSKA

“Estaba tan enfermo que finalmente es una liberación”, dice Elena Poniatowska al hablar de Sergio Pitol, su amigo fallecido la mañana de este jueves y a quien despide con el recuerdo de su gran sentido del humor y con el regalo de la amistad compartida.

“Fueron muchísimos años de amistad a través del tiempo. Yo lo vi a él en Polonia, pero compartimos la amistad a través del tiempo. Yo no sé si tenga cartas de él o no, pero las podría buscar, pero a través del tiempo él fue un gran viajero, él se fue de México durante muchos años. Ya con los años él ya no viajaba. Durante tres o cuatro años él fue a Cuba varias veces porque allá le dieron la posibilidad cuando él empezó a perder el habla que le veías en los ojos; estabas platicando y de repente buscaba una palabra y no la encontraba, le veías un relámpago de angustia en los ojos, tremendo, y entonces tú buscabas la palabra y muchas veces le atinabas, de conocerlo, y entonces ya hacía una gran sonrisa y seguía”, recuerda Poniatowska.

Más que los últimos años oscuros, donde dice que ella ya no lo vio, la última vez que lo visitó hará unos tres o cuatro años, cuando él todavía estaba bien; Elena recuerda momentos luminosos como cuando se preparaba para recibir el Premio Cervantes 2005.

“Gracias a Dios o gracias a la Providencia o gracias a México o a lo que tú quieras, cuando él se sacó el Cervantes todavía estaba muy bien, y además le dio una gran alegría, se preparó casi como un muchacho, como si fuera a casarse; se fue y se compró dos trajes de calle y un traje de vestir para recibir el premio. Estaba jubiloso, yo comí con él varias veces antes de que se fuera a la Alcalá de Henares; no fui a España, pero era una dicha enorme”, expresa la escritora.

Elena Poniatowska recomienda leer El Mago de Viena, obra de la que Pitol se sentía muy orgulloso. “Él me dijo: ‘Yo me saqué el Cervantes por el libro El Mago de Viena. Para recordarlo recomiendo ese libro, me gusta muchísimo. Él nunca escribía diálogos, jamás, no ponía diálogos, no le gustaba, todo lo hacía de corrido, tas, tas, tas; decía que no tenía facilidad para escribir y qué sufría. Pero escribió mucho para no tener facilidad”.

Elena recuerda que Sergio Pitol adoraba a Monsiváis y a Luis Prieto: “Eran tres que siempre estaban juntos y hacían maldades en las fiestas. En una fiesta me acuerdo que rompieron todas las esferas del árbol de navidad, a mí eso no me gustó nada. Una travesura de los tres y reían mucho. Ellos eran muy cómplices”.

La escritora y periodista recuerda también lo que significó ese premio para Xalapa y para Veracruz. “Desde el gobernador para abajo, caminar en la calle era muy difícil, todos salían, lo abrazaban, lo besaban, le daban la mano, era una cosa tremenda, al final él sabía un camino y me decía ‘no nos vayamos por el parque, te voy a llevar por unas callecitas escondidas para no encontrar a la gente’ porque ya era demasiado, ya era un rockstar de Xalapa”, dice Elena, la amiga de Pitol, de Carlos Monsiváis y de José Emilio Pacheco.

Justo eso le sorprende más que la muerte de Sergio Pitol, el ver que sus amigos se han ido y ella los ha visto partir. “A Sergio Pitol le llevo un año, pero a los demás les llevaba como tres o cuatro años y que yo esté viva y ellos estén muertos me asombra, me deja muy turulata. Me deja diciendo ‘¿y ahora, qué paso?’ A lo mejor digo ‘bueno, a lo mejor ya me va a tocar, me tengo que apurar, me tengo que apurar’”.

SU OBRA ERA “MUY PITOL”: UNAM 

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconoció a Sergio Pitol como un “universitario errante y narrador onírico universal”; destacó su labor como profesor de literatura eslava en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y coordinador de Extensión Universitaria de la misma entidad. 

“Su obra narrativa, ensayística es muy extensa, pero sobre todo es original, única, onírica y universal: muy Pitol”, explicó Anamari Gomís, académica de la FFyL, quien fue su amiga, y compañera desde la década de los 80.

“Nos llenó de voces literarias que trajo de sus 28 años de destierro como miembro del Servicio Exterior Mexicano en París, Varsovia, Budapest y Moscú”, apuntó. 

Tradujo a los grandes de la literatura europea y a sus favoritos: Tolstoi o Gógol, destaca la institución, pero también fue admirador de la Familia Burrón de Gabriel Vargas, y de Carlos Monsiváis.

“Su obra se distingue por su ‘humor no mexicano’, también traído de las tierras en donde hizo una intensa labor de difusión cultural de su país del que, a pesar de la distancia, jamás se alejó. En El Desfile del Amor (1985) aparecen personajes muy divertidos de la cultura fantástica de este país, al que observó desde dentro también”, señaló Gomís. 

La Universidad destaca la difícil infancia del escritor nacido en Puebla, después de que su madre murió, dejándolos huérfanos a él y a su hermano. Prologó gran parte de su propia obra, publicada por el Fondo de Cultura Económica, y traducida en más de 15 idiomas, para explicar cómo resolvía técnicamente sus novelas. 

Estudió en Roma, fue traductor en Beijing y en Barcelona, profesor universitario en Xalapa y en Bristol, y diplomático. Colaboró en la Revista de la Universidad, Estaciones, Revista de Bellas Artes y La palabra y el Hombre; en los suplementos México en la Cultura, La Cultura en México, entre otros.

Sergio Pitol obtuvo prácticamente todos los premios literarios nacionales e internacionales, como el Premio Cervantes (2005), el reconocimiento más importante en lengua española; el Nacional de Ciencias y Artes (1993); el Xavier Villaurrutia (1981) y el Juan Rulfo (1999), tan sólo por mencionar algunos, que lo distinguieron como un grande de la literatura mexicana.

COMUNIDAD UV DE LUTO

Asuntos legales con la Universidad Veracruzana (UV) quedaron pendientes tras el fallecimiento del escritor Sergio Pitol Demeneghi, reveló la rectora Sara Ladrón de Guevara González.

La entrevistada prefirió no ahondar en el tema y consideró que el abogado general de la UV es la persona idónea para otorgar la información correspondiente.

“Hay asuntos legales que por lo mismo correspondería en todo caso al abogado general de expresar. La Universidad Veracruzana acataba las disposiciones legales que resolvían jueces, estaban en adjuntos de juzgados y la Universidad Veracruzana como patrón simplemente acataba las disposiciones de los jueces que tuvieron a su cargo el caso”.

La máxima autoridad de la UV indicó que la comunidad universitaria está de luto por la muerte del Premio Cervantes 2005.

“Estoy tratando de comunicar a la familia, todo lo que se lleve a cabo como homenaje en su memoria debe ser acordado con la familia, entonces estamos justamente tratando de establecer comunicación. Ahorita se va para allá el director de la Editorial y están comunicados los medios del protocolo que se llevará a cabo por el fallecimiento”.

El director de la Editorial de la UV, Édgar García Valencia, se presentó en el domicilio del escritor.

Sin embargo, los familiares le negaron el acceso y le expresaron que por el momento estaban indispuestos para dialogar con autoridades de la UV.

Ladrón de Guevara González comentó que Sergio Pitol es un pilar para la Universidad Veracruzana. “Deja un legado enorme, deja mucho orgullo, mucho prestigio para la Universidad Veracruzana y me queda claro que la UV fue su casa, él habitó en esta casa, formó a muchos jóvenes, académicos, y creó dentro de nuestra alma mater, yo creo que es una figura significativa y ningún académico, ningún miembro de nuestra universidad ha alcanzado los honores que él alcanzó, el Premio Cervantes”.

Cabe recordar que la familia, en lonas, se ha pronunciado en contra de las académicas de la UV, Nidia Vincent Ortega y Elizabeth Corral Peña, y del director de Difusión Cultural, Rodolfo Mendoza Rosendo, a quienes señalan de dejarlo en la indefensión y dilapidar su dinero.

“La familia deja muy claro su rechazo hacia la UV por premiar a esta clase de individuos y dejar en la indefensión y el abandono total a Sergio Pitol”, se leía en una de las mantas.

Mendoza Rosendo enfrenta un proceso legal plasmado en la carpeta de investigación FES/269/2016/OF/FIS, integrada por la presunta manipulación y negligencia contra Sergio Pitol Demeneghi.

SERGIO PITOL, EL BORGES MEXICANO

Sergio Pitol Demeneghi era el “Borges mexicano” porque alcanzó una calidad muy alta como literato, consideró el escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño.

El miembro de la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), desde hace 40 años, comparó al escritor mexicano con el poeta argentino Jorge Luis Borges, considerado uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX.

“Es el Borges mexicano, no porque se parezca a Borges sino porque en cierta forma alcanzó una calidad muy alta con sus libros”.

El autor de más de 20 libros mencionó que el Premio Cervantes 2005 dejó un gran legado a nivel local, estatal, nacional e internacional.

“Es un legado de disciplina, de generosidad, de trabajo y de seriedad. Pitol fue una persona modesta, que al final de su vida no supo manejar la angustia que le causaron tantos reconocimientos, porque era una persona muy modesta, pero con tantos reconocimientos, disfrutaba mucho de eso y fumaba demasiado. Comenzó a caer, le afectó la angustia, el estrés de los viajes”.

Aguilera Garramuño recordó que los últimos libros de Pitol fueron textos recopilados por sus amigos.

“Los hicieron pasar por autobiografía cuando no eran autobiografía, sino sacándole jugo al nombre de Pitol”.

El escritor acudió a la casa de Sergio Pitol, ubicada en la calle Pino Suárez del centro de Xalapa, tras la noticia de su fallecimiento.

“No fui realmente amigo de Pitol, sí asistí a su casa, sí me daba consejos, incluso, cuando estaba escribiendo una novela, no tenía el nombre de la novela y él me lo dio, se llama: El amor pleno. Sin embargo, esa novela nunca la llegué a concretar, está guardada, por alguna razón forma parte de un proyecto grandísimo que tengo. Un libro de siete volúmenes. El sexto acaba de ganar el Premio Nacional de Novela de México, Bellas Artes, José Rubén Romero”, culminó. 

PRESIDENCIABLES LAMENTAN MUERTE 

La mañana de ayer jueves, tras darse a conocer la muerte del escritor Sergio Pitol por causas naturales derivadas de la enfermedad que padecía, la comunidad cultural manifestó su pesar por el vacío que deja el autor en las letras mexicanas. Sin embargo destacaron las publicaciones de dos figuras públicas: los candidatos a la presidencia de México Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya. 

Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, destacó la solidaridad de Sergio Pitol y señaló que, junto con Fernando del Paso y Elena Poniatowska, es uno de los tres grandes escritores del país. 

El candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, escribió: “Lamento el fallecimiento de Sergio Pitol, uno de los grandes narradores de nuestro país”.

Otra de las funcionarias que lamentó la muerte de Pitol fue Rosario Robles, aunque cometió un error en torno al escritor.