Clinton y Trump triunfan en las primarias de Nueva York

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DE LA REDACCIÓN

La disputa de Nueva York se presentó como una batalla épica en el calendario en la carrera electoral hacia la Casa Blanca. Iba a despejar incógnitas. Las encuestas indicaban que tanto Donald Trump en el bando republicano, como Hillary Clinton en el demócrata, salían con ventaja. Las urnas han confirmado las previsiones y, en principio, les sitúa como líderes indiscutibles en sus aspiraciones, salvo movimientos inesperados entre bambalinas.

“La carrera por la nominación está en la recta final y la victoria se divisa”, proclamó Hillary Clinton ante una eufórica concurrencia.

Casi 45 minutos después de cerrarse los colegios a las nueve de la noche (seis horas más en España), la alegría estalló en el hotel Sheraron del medio Manhattan. Los gritos de “Hillary, Hillary, Hillary” apagaron el ruido de la música disco. Había fiesta después de jornadas de incertidumbre por el tremendo despliegue realizado por Bernie Sanders y los incansables seguidores del senador por Vermont.

Ha ganado la mayoría silenciosa. Ha perdido el ruido. Que ha dominado la escena hasta esta noche del martes, cuando los admiradores de Clinton se han quitado el miedo del cuerpo. Han estallado de júbilo. Sin embargo, nadie daba por concluida la competición. Saben que Sanders no va a tirar la toalla.

La disputa de Nueva York se presentó como una batalla épica en el calendario en la carrera electoral hacia la Casa Blanca. Iba a despejar incógnitas. Las encuestas indicaban que tanto Donald Trump en el bando republicano, como Hillary Clinton en el demócrata, salían con ventaja. Las urnas han confirmado las previsiones y, en principio, les sitúa como líderes indiscutibles en sus aspiraciones, salvo movimientos inesperados entre bambalinas.

“La carrera por la nominación está en la recta final y la victoria se divisa”, proclamó Hillary Clinton ante una eufórica concurrencia.

Casi 45 minutos después de cerrarse los colegios a las nueve de la noche (seis horas más en España), la alegría estalló en el hotel Sheraron del medio Manhattan. Los gritos de “Hillary, Hillary, Hillary” apagaron el ruido de la música disco. Había fiesta después de jornadas de incertidumbre por el tremendo despliegue realizado por Bernie Sanders y los incansables seguidores del senador por Vermont.

Ha ganado la mayoría silenciosa. Ha perdido el ruido. Que ha dominado la escena hasta esta noche del martes, cuando los admiradores de Clinton se han quitado el miedo del cuerpo. Han estallado de júbilo. Sin embargo, nadie daba por concluida la competición. Saben que Sanders no va a tirar la toalla.

En principio, los primeros resultados indican un margen amplio, dentro de los dos dígitos, de unos quince puntos. Los expertos consideraban que si el senador por Vermont perdía por menos de diez puntos eso se interpretaría como una pequeña victoria.

En ese supuesto, su andadura continuaría con la misma energía y descaro. Pero el margen logrado por Clinton, pese a que no va a provocar la bandera blanca, si que rebajara sus expectativas y, sobre todo, carga las baterías de la autoestima entre los “clintonianos”.

Pero, pese a la contundente victoria, Sanders se llevará una buena cantidad de avales debido a las normas de reparto. Sin embargo, su margen requiere casi un milagro y debería hacerse con el 68% de los delegados que quedan por atribuir. Si se suman los súper delegados, Clinton cuenta con 1.862 avales (por 1.161 del senador) y la nominación está en 2.383.

Arrasadora victoria de Donald Trump

A diferencia del Sheraron, el jolgorio arrancó de inmediato, a la nueve en punto, a unas pocas manzanas, en la Trump Tower. La victoria del magnate se confirmó de inmediato. En su caso no había dudas.

“No queda mucha más carrera por delante”, dijo en su discurso de la victoria.

El aspirante más genuinamente neoyorquino -título que le disputaban Sanders y Clinton- y también el más divisivo, arrasó entre los votantes republicanos. Los conservadores de su estado le adoran tanto como le rechazan los progresistas.

A pesar de su arrasadora victoria entre los suyos, en algunos distritos de la ciudad resultaba difícil dar con alguien que apoyara a Donald Trump. O bien por pura coincidencia –cerca de una treintena de interrogados, en tres diferentes colegios-, o simplemente porque el voto al magnate es el voto oculto.

Para el inmobiliario y showman resultaba esencial ganar por goleada a Ted Cruz y John Kasich. Al hacerse con más del 50% de los votos, el magnate no sólo da un golpe de fuerza y pega un puñetazo sobre la mesa, sino que además se hace con la práctica totalidad de los 95 delegados. Al menos 84. Ahora ya suma 840, por 559 de Cruz y 146 de Kasich. La cifra e 1.237 marca la barrera de la nominación.

De esta manera, los intentos del establisment de descabalgarlo en la convención de julio, en Cleveland, se complican de una manera importante. 

En las encuestas a pie de urna, siete de cada diez republicanos indicaron que el elegido debe ser el que logre más votos en las primarias. Pero John Kasich, que lleva un pésimo récord –sólo ha ganado en su estado, en Ohio, se mantiene en la senda. Por si acaso, por si en Cleveland hay río revuelto y aún puede pescar.