OPINIÓN / Predicciones para el 2024 / CARLOS SEOANE

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Hoy es el primer día del nuevo año y quiero empezar esta columna deseándoles que estos próximos 12 meses vengan acompañados de mucha salud (sin la cual no hay nada, se los digo por experiencia) y de mucha paz interior (a diferencia de cuando tenía 30 o 40 años, a mis 56 el encuentro de mucho valor).

Y ahora sí, una vez expresados estos buenos y sinceros deseos, vayamos por partes y veamos qué nos espera o, mejor dicho, qué creo que nos espera en México para el 2024 en materia de seguridad.

Empezaré diciendo que una predicción es una expresión que anticipa aquello que, supuestamente, va a suceder. Se puede predecir algo a partir de conocimientos científicos, revelaciones de algún tipo, hipótesis o indicios. Es entonces que mis presagios derivan de una mezcla de datos duros, estadísticas y experiencia profesional.

VIOLENCIA – Este 2023 fue el séptimo año al hilo que cerramos con más de 30,000 homicidios dolosos acumulados de enero a diciembre, y aunque los números marcan una modesta tendencia a la baja, hay que ponerla en contexto para poder dimensionar en toda su extensión el grave problema en el que estamos sumergidos desde hace casi dos décadas.

El peor año en materia de asesinatos (de estos últimos siete) fue el 2020, en dónde en promedio, cada 14.3 minutos alguien perdió la vida a manos de otro de forma violenta en nuestro país. En este 2023, el promedio fue cada 17.5 minutos una mejoría de 3.2 minutos. Como dato de comparación, el promedio durante la presidencia de Vicente Fox fue de un homicidio cada 52 minutos. Este es un mayúsculo pendiente que nadie ha podido resolver desde el 2006.

Predicción: El 2024 se mantendrá como el octavo año con más de 30,000 homicidios anuales y la modesta tendencia a la baja se revertirá derivado de los efectos de las elecciones de junio y los cambios que estas implicarán en las estructuras políticas de control sin importar su geografía.

INSEGURIDAD – Empecé a trabajar en la industria de la seguridad privada a los 19 años y mi especialidad, desde que cumplí los 40, ha sido como consultor en seguridad y manejo de crisis. He viajado indiscriminadamente por tierra y aire por todo el país atendiendo clientes de múltiples sectores (alimentos, automotriz, construcción, farmacéutica, entretenimiento, comercio, tabacaleras, ganadera, química, energía, logística, etc.) y no ha habido una sola organización o compañía, una sola, que me diga que la seguridad en su sector haya mejorado en los años recientes. De hecho, para varios ha empeorado.

La apuesta en la Guardia Nacional fue excesiva y sus resultados han sido paupérrimos y el pensar que las Fuerzas Armadas pueden hacer trabajo de policía por estar uniformados y con un arma en las manos, ha sido un concepto equivocado en el cual hemos desperdiciado mucho tiempo y dinero y que simplemente, no es, ni será la solución.

Predicción: Los distintos órdenes de gobierno presentarán estadísticas tratando de hacer ver bien lo que no lo está. La inseguridad seguirá dando mucho de qué hablar para mal durante todo el 2024, al igual que todo el sexenio venidero. Y para aquellos que nos dedicamos a la seguridad privada (ya sea corporativa, electrónica, traslado de valores, guardias, inteligencia, consultoría, etc.) vamos a mantenernos con mucho trabajo.

ELECCIONES EN MÉXICO – En junio se llevará a cabo el proceso electoral más grande de nuestra historia e independientemente de los más de 20,000 cargos que estarán en juego, para la presidencia solo hay dos opciones: Claudia Sheinbaum (oficialista) o Xóchitl Gálvez (oposición).

Predicción: Si gana el oficialismo, se mantendrá el modelo actual de seguridad pública que dista de haber dado los resultados esperados, tendremos pan con lo mismo. Si gana la oposición, será reformular lo existente para dar inicio (otra vez) a un nuevo experimento en materia de seguridad. De hecho, no solo en 2024, sino todo el sexenio venidero seguirá produciendo violencia indiscriminada en grandes porcentajes sin importar quién gane la Presidencia, y así continuaremos mientras no exista una política de Estado para el combate a las organizaciones criminales y a la corrupción.