OPINIÓN / DIEZ NOVELAS POLÍTICAS / RAUDEL ÁVILA

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La semana pasada recibí generosos y abundantes comentarios acerca de mi columna “Diez libros sobre liderazgo y poder”, pero también el cuestionamiento recurrente sobre la falta de novelas en la lista. Va entonces una lista de diez novelas para un año intensamente político y electoral como será 20024.

1.-Yo, Claudio del novelista británico Robert Graves es la historia definitiva sobre el político a quien la gente de su entorno subestima y termina sometiendo a todos. Claudio, un triste lisiado que se dedica al estudio de la historia etrusca, se dedica a conspirar mientras nadie lo ve. La secuela Claudio, el dios, y su esposa Mesalina, del mismo autor, da cuenta de toda la depravación a la que Claudio y su pareja dan rienda suelta una vez que han tomado el poder. Indispensable lectura para aprender a desconfiar de los políticos con piel de cordero.

2.- En la corte del lobo de la escritora inglesa Hilary Mantel es una trilogía de novelas históricas prodigiosas que pintan el fresco de la Inglaterra de Enrique VIII, pero el personaje principal es su secretario Thomas Cromwell, el primer self-made man de la historia inglesa. Es una figura de orígenes oscuros que sin proceder de la nobleza logró encumbrarse a los más altos cargos del poder cambiando de bando y conociendo a grandes personajes en el camino. Por la trilogía desfilan desde Ana Bolena hasta Santo Tomás Moro en una obra narrativa de grandes alcances y profundidad.

3.- El espía que surgió del frio del escritor John Le Carré es considerada por muchos la mejor novela de espionaje de todos los tiempos. Además, fue una de las primeras apariciones del entrañable personaje George Smiley, tan querido por los seguidores del género. Una historia de dobles agentes, suspenso y persecuciones muy cinematográficas en el Berlín de la Guerra Fría.

4.- Augustus del gran poeta y narrador norteamericano John Williams es, para mi gusto, la mejor novela histórica que se haya escrito del imperio romano y una reflexión sobre lo que sucede en la cabeza de quienes ostentan el poder. Inspirada en esa espantosa tradición madrileña de pésimas traducciones, en español la titularon El hijo de César. Cómo se transforman los sentimientos, pensamientos, reflexiones y simpatías de quienes van consolidando su dominio sobre otros seres humanos y cómo gradualmente empiezan a justificar lo que antes condenaban. Es también una novela de crudelísimo realismo político en la medida que el emperador Augusto no nada más se ocupa de conquistar nuevos territorios como hacía Julio César, sino de crear las bases de una administración pública profesional para gobernarlos.

5.- Washington del divertidísimo novelista Gore Vidal. Aunque esta novela forma parte del ciclo de novelas históricas llamado Narrativas del Imperio que cuenta la historia de Estados Unidos desde su Independencia hasta la era del New Deal, este título puede leerse de manera independiente. El libro refiere la historia de un joven senador muy oportunista, inspirado en John F. Kennedy, que se inventa una juventud heroica en la Segunda Guerra Mundial y engaña a todos con su carisma. No solo eso, sino que se dedica toda la novela a adular a su mentor y protector, para terminar, traicionándolo y ocupando su lugar. Gran lectura para entender cómo funciona el poder legislativo en todo el mundo.

6.- El número uno del escritor John Dos Passos. Es la mejor novela que conozco sobre campañas electorales. En ella está contenida la historia de Chuck Crawford, un populista sureño que es un gran seductor: mujeriego, dipsómano, vicioso, paranoico. Inspirado en la figura histórica de Huey Long, en la novela lo vemos sometiendo jueces, políticos opositores, sobornando y/o subordinando a la prensa. Mientras presenta al público una imagen de

incorruptible, sus operadores electorales manejan todos sus arreglos turbios en efectivo para comprar voluntades primero en el partido y luego en los órganos del estado. Logra quedarse con la candidatura al senado en medio de intensa corrupción y podredumbre en la convención partidista.

7.- Suite francesa de la novelista Irène Némirovsky es un retrato devastador de la corrupción y bajeza de la elite francesa de entreguerras. Se trata de una implacable descripción de la cobardía de los franceses encumbrados, que, a la vista de la invasión nazi, salen huyendo del país y abandonan Paris a merced de los fascistas. A diferencia de la elite británica que, encabezada por Churchill organizó la defensa del Reino Unido hasta la victoria, la elite francesa quedó desacreditada por su descorazonador desapego a su propio país. Es también la dramática historia del colaboracionismo del pueblo francés con sus opresores totalitarios en la persecución del pueblo judío. Nadie se salva de la crítica mordaz, el hostigamiento y hasta la ridiculización de la pluma lírica de Némirovsky, una exiliada rusa y judía que fue entregada por los franceses a sus captores y asesinos nazis.

8.- Eso no puede pasar aquí de Sinclair Lewis es una novela profética de uno de los primeros escritores norteamericanos en ganar el Premio Nobel de Literatura. Cuenta el ascenso al poder de un dictador fascista en Estados Unidos en la década de 1930 y uno de los protagonistas es un periodista que le advierte a todo el mundo de las tendencias fascistas del candidato. No obstante, la respuesta de la prensa, los empresarios y la clase política en general es siempre la misma “eso no puede pasar aquí, no te preocupes. Estamos en Estados Unidos, aquí nunca habrá dictaduras.”

9.- El cuento de la criada de la canadiense Margaret Atwood es uno de esos libros que todo mundo dice haber leído porque vieron la serie de televisión. Pero usted no pierda la oportunidad de leer esta perturbadora novela distópica sobre un Estados Unidos donde el fascismo toma el poder y le retira todos sus derechos a las mujeres. Un retroceso a la edad oscura encabezado por una corrupta teocracia cristiana escrito con la enorme calidad narrativa de Atwood.

10.- El país bajo mi piel: memorias de amor y guerra de la gran novelista y poetisa nicaragüense Gioconda Belli es el testimonio más sincero de la decepción de una izquierdista latinoamericana. Como todas las intelectuales de la región, Gioconda era una entusiasta del totalitarismo de la revolución cubana y la dictadura castrista, a tal punto que ayuda a los hermanos Noriega a encabezar la revolución sandinista en Nicaragua. La historia de siempre, una vez en el poder, la familia Noriega que prometía la transformación de la vida pública, instala una dictadura temible que le impide a Gioconda ejercer la literatura con libertad. Ella y los otros intelectuales que le ayudaron a Noriega a llegar al poder empiezan a ser primero hostilizados y luego abiertamente perseguidos por el nuevo régimen. Se pierden las pocas libertades que había antes de la revolución, la gente se empobrece aún más por el manejo estatista de la economía, y el país se vuelve un patético satélite de los soviéticos y los cubanos, forzando a Gioconda a refugiarse en el malvado país de los imperialistas yanquis. Lectura obligada para mi generación que sigue soñando con utopías estúpidas y renegando del capitalismo.