ENVÍO DIPLOMÁTICO / ¿Cuánto cuesta una política exterior? / David Nájera

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La pregunta bien puede afinarse y considerar la comparación entre tamaño demográfico, territorio, economía; pero también incluir intereses estratégicos, vinculación multilateral, diásporas recibidas y expulsadas o condición climática y ubicación geográfica.

Una suma de los factores de poder identificados en las teorías de las relaciones internacionales y el impacto del desarrollo tecnológico y factores trasnacionales como comercio, contaminación, riesgos naturales, en fin, una diversidad de factores que la compresión de esta complejidad nos ayuda a ubicar que no basta con medir en presupuestos lo que cuesta una política exterior y que su ejercicio es de varios años, lo que trasciende la efímera vida de la clase política.

Por ello, hay países que en lo exterior se definen por doctrinas que rigen la planeación y ejecución de sus políticas exteriores. El abandono o ajuste de una doctrina generalmente es precedida de una crisis política, como la desaparición de la Unión Soviética o el fin del Imperio Britanico, por ejemplo, o la “misión civilisatrice” de Napoleón III que terminó en Sedán.

El costo operativo de un ministerio de Asuntos Exteriores está relacionado con el número de representaciones en el exterior, el personal diplomático y el local apostado en cada sitio, las cuotas a organismos multilaterales y la promoción y proyección que se busca hacer del país, ya sea en acciones de cooperación, difusión cultural, etcétera; además de sus costos operativos en capital.

México coincide en su tamaño económico, el número de representaciones que tiene y su lugar en el G20 y la OCDE, somos 14 en el mundo en todos esos factores.

De acuerdo con datos del Lowy Institute, el país con mayor proyección diplomática en el mundo es China, uno en todo con 171 embajadas y 94 consulados. México tiene respectivamente 80 embajadas y  67 consulados además de otras 9 representaciones especializadas (China tiene 10 de estas).

Pero cuando vemos que poco más de 50 de nuestros consulados se encuentra en Estados Unidos y que la mitad de nuestro personal diplomático está ahí adscrito, entonces nuestra perspectiva global se desdibuja, en ese retrato real de nuestra determinación geográfica.

Tal vez por ello en 1990, se decidió asumir la vocación norteamericana de nuestra vinculación internacional. Pero ello no debe de ser razón para abandonar al resto del mundo. Por eso nos vinculamos con la Unión Europea con un ambicioso acuerdo en 2000, y creamos la Alianza del Pacífico, por eso buscamos vincularnos con Asia en diversos organismos y hemos mantenido diversos programas de cooperación con Centroamérica.

Y todo ello cuesta y retorna a nuestro país en forma de inversión extranjera, becas, cooperación, transferencia técnica, en fin, con una voz que puede demandar paz y negociación.

España, por ejemplo, el número 9 en cuanto a representaciones con un total de 217 oficinas en el exterior, tiene un presupuesto de 2, 426 millones de euros. El presupuesto de la SRE para 2022 fue de 13, 797 millones de pesos, es decir, menos de la cuarta parte de lo que gasta España, un país de mucho menor tamaño geográfico y demográfico que México.

Y así podríamos ir por el mundo comparando nuestro limitado presupuesto cuando somos una economía que depende del exterior, sus exportaciones, sus remesas y el turismo ¡y aún no hablamos de estrategia, guerras y paz!

La pregunta entonces no es ¿cuánto cuesta ejercer nuestra política exterior? más bien cuántos costos oculta la inacción y la despauperización presupuestal, cuando vemos gastos y no inversión en nuestra presencia internacional.

Por David Nájera