En tercera persona / La sombra de los cárteles / Héctor De Mauleón

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En un operativo de control de objetos prohibidos llevado a cabo en la prisión de Guayaquil, autoridades ecuatorianas se percataron “de la no presencia” del líder del grupo criminal Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, conocido como Fito.

Los Choneros son considerados el principal brazo operativo del Cártel de Sinaloa en Ecuador.

Esa fuga marcó el principio de una jornada de caos, pánico y violencia que se desató en diversos puntos del país –estallido de coches bomba, policías y custodios secuestrados, automóviles quemados, balaceras y persecuciones en las calles–, y que condujo al recién llegado presidente, Daniel Noboa, a decretar la existencia de un Conflicto Armado Interno, y a ordenar al Ejército que ejecutara operaciones militares en las cárceles y fuera de ellas, a fin de neutralizar a 22 bandas del crimen organizado: Los Choneros –aliados de Los Chapitos–, así como Los Lobos, Los Tiguerones y los Chone Killers –aliados del Cártel Jalisco Nueva Generación–, entre las más conspicuas.

A esas horas caóticas, en las que se contaron más de 20 actos de violencia, se añadió la fuga del penal del Chimborazo de Fabricio Colón Pico, alias El Salvaje, uno de los jefes de la banda de Los Lobos, acusado de conspirar para acabar con la vida de la fiscal Diana Salazar.

Entre los momentos más dramáticos de la jornada figuró la irrupción de un grupo de encapuchados que, armados con granadas, cartuchos de dinamita y armas largas y cortas, interrumpieron una transmisión en el canal TC de Guayaquil, colocaron un cartucho de dinamita en la bolsa del saco del periodista José Luis Calderón, y obligaron al personal de la televisora a exigir el retiro de la policía.

Motines, enfrentamientos y retención de custodios se dieron en las cárceles del país y se prolongaron hasta las calles, en lo que el gobierno definió como una “grave conmoción interna”.

“Así como no te importa la vida de los privados de la libertad del Ecuador, a nosotros tampoco nos importa la vida de tus funcionarios: de los guías penitenciarios y de los policías. Tu estado de excepción no nos intimida. Nosotros ya estamos muertos”, le dijeron en un video al presidente Noboa, desde la cárcel de Turi, antes de que varios custodios fueran asesinados, de acuerdo con medios locales.

Los Lobos acusan al gobierno de Noboa de tener una alianza con Los Choneros y de haber permitido la fuga de Fito, el criminal más peligroso del país, quien a lo largo de 12 años dirigió desde la cárcel, rodeado de lujos y privilegios, las actividades delictivas de su organización.

Durante el juicio de Joaquín Guzmán Loera salieron a relucir las conexiones que desde el año 2000 el Cártel de Sinaloa fue estableciendo en Ecuador. Mediante la compra de militares, políticos y marinos, el país se transformó; de ser un lugar de paso de la droga colombiana, se convirtió en un lugar de acopio con bodegas en Quito y Guayaquil; más tarde se volvió un centro de procesamiento, y finalmente se erigió en una de las grandes plataformas de lanzamientos de estupefacientes rumbo a Estados Unidos.

Se calcula que el 30% de la droga sudamericana transita por ahí.

La División Antinarcóticos ha ubicado desde 2009 la operación del Cártel de Sinaloa, que el Cártel Jalisco Nueva Generación ha intentado arrebatarle durante más de un lustro.

Documentos hackeados a la Sedena revelaron que militares mexicanos adscritos a la embajada de México en Ecuador enviaron informes sobre la presencia de estos cárteles mexicanos y sus ligas con grupos criminales ecuatorianos. Los militares señalaron que en la disputa entre las bandas se hallaban involucrados “miembros de la delincuencia organizada de nuestro país”.

En los documentos hackeados se confirmaba la vinculación del Cártel de Sinaloa con Los Choneros y de un grupo identificado como Los Lagartos con el Cártel Jalisco Nueva Generación.