Enrique Aranda - Navarrete, los retos…

el

Inminente como es su arribo a la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Carlos Navarrete puso en marcha ya —con carácter de urgente, podríamos decir— un programa orientado a detener el innegable proceso de confrontación-división que enfrenta a las diferentes tribus que conforman al perredismo y que, finalmente, no tiene más beneficiario que a Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador.

Confirmada la hegemonía de Los Chuchos y afines en la integración del nuevo Consejo y, finalmente, en la dirección nacional del sol azteca, el guanajuatense definió muy rápido sus prioridades y, queriéndolo o no, debió establecer de manera pública, que nada haría contra quien, tras ser derrotado en un segundo intento por alcanzar la presidencia abanderando a las izquierdas, decidió dejar al PRD, a cuya dirigencia no dudó en calificar de entreguista y cómplice del gobierno federal en turno.

 

Parecería entonces que, a la par de la operación cicatriz orientada a reagrupar, vía el ofrecimiento de posiciones y espacios de poder, a las tribus derrotadas en la elección abierta del pasado domingo 7, la prioridad de la nueva jefatura perredista será, sí, recuperar la perdida imagen de “fuerza opositora auténtica” que con su adhesión irrestricta y acrítica al oficilista Pacto por México puso en entredicho a Jesús Zambrano Grijalva y, más, evitar la anunciada migración masiva de cientos, miles de sus militantes hacia la nueva fuerza política de izquierda, pero sin abrir un frente (obvio) de enfrentamiento con Morena que ahonde la previsible pérdida de votos y, peor, ponga en riesgo la existencia misma del PRD y otras manifestaciones de la izquierda.

A la vista, las próximas elecciones federales en que, por primera ocasión, Morena y otras dos fuerzas de nueva creación —los partidos Humanista y Encuentro Social— pujarán por el voto ciudadano, la amenaza de que el lopezobradorismo pudiera minar en entre seis y ocho puntos porcentuales la cosecha del perredismo —particularmente en Michoacán, Tabasco y el Distrito Federal— implica, para la (previsible) nueva dirigencia del sol azteca algo más que un motivo de preocupación, una causal de alerta máxima que, ya en la actualidad, parece incidir en la definición de su programa estratégico de acción inmediata.

En las próximas horas entonces, presumiblemente, Navarrete podría ser cobijado por representantes de las diferentes tribus para, con él, intentar desmontar ésta, la que sin duda, consideran la mayor amenaza a la supervivencia de su partido…

Asteriscos

* Más pronto de lo que pudiera pensarse, en opinión de no pocos, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto podría verse obligado a modificar la estrategia de relación que hasta el momento ha mantenido frente a Gabino Cué Monteagudo cuyo (des)gobierno, omiso e incapaz, cómplice de los ilegales excesos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), alienta indirectamente el actuar de los maestros-vándalos tanto en Oaxaca como, otra vez, en la capital del país.

Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.