Jorge Fernández Menéndez - Madero, ¿un López blanquiazul?

el

Dentro de la lógica partidaria, Gustavo Madero tenía una razón de peso para cambiar a Ernesto Cordero como coordinador de los senadores panistas: era su adversario, su futuro competidor por la presidencia del partido, necesitaba alguien de su confianza en esa posición estratégica, sobre todo en el proceso de las reformas legislativas. También tenía razones de mucho peso para deshacerse de Luis Alberto Villarreal: el video de Puerto Vallarta golpeaba su imagen y la de su partido, pero además, volvía a exhibir, a poner en el debate, desde el tema de los moches hasta las relaciones con casineros y otros personajeπs que hacían cada día más difícil el proceso que el propio Madero se ha diseñado para sí mismo: la candidatura de 2018.

 

En los dos reemplazos legislativos, Madero tuvo la oportunidad de buscar salidas de consenso a la hora de las substituciones, pero en las dos decidió por su grupo más cercano, por su gente, aunque fuera evidente que, abriendo ese círculo, tenía personal más capacitado. La designación de Jorge Luis Preciado cayó como un balde de agua fría en el Senado: estaba muy lejos de ser un substituto idóneo para Cordero. En el Senado hay muchos senadores con más experiencia y carrera, entre los calderonistas e incluso los que apoyaron a Madero, que podrían generar consensos internos mucho más sólidos. Optó por el senador más incondicional y sacrificó las posibilidades de consensos.

Ahora con la salida de Villarreal sucedió lo mismo. Optó por José Isabel Trejo Reyes, presidente de la Comisión de Hacienda y algo más que cercano al propio Madero. No era la mejor opción. José González Morfín o Ricardo Anaya están mucho más calificados, ambos fueron excelentes presidentes de la Cámara baja y, sin duda, tienen muchos más espacios de interlocución. Pero el espacio de Trejo Reyes depende exclusivamente de la interlocución que le dé el propio Madero. Y por eso, al igual que Preciado, ocupa esa posición.

Habrá que investigar qué sucedió entre Madero y Villarreal (el de Jorge Villalobos fue un sacrificio incruento: lo importante en su caso es la operación electoral y conserva en el CEN el cargo y las prerrogativas) para que se generara la ruptura. Se podrá decir que el video era causa suficiente, pero también lo fueron muchos otros episodios que no impidieron que una y otra vez fuera ratificado. Se ha dicho que el video fue impulsado desde el ámbito gubernamental: no tiene lógica: ¿para qué romper con un aliado el mismo día de la promulgación de las leyes energéticas? ¿Quién en el gobierno ganaría con ello? También los propios panistas, incluyendo Villarreal, dijeron que se utilizó un equipo profesional de filmación, dando a entender que hubo un espionaje sofisticado. Es evidente que no es así: el video fue grabado por un celular, por alguien que estaba sentado a las mesas, existen unos 20 minutos de video y resulta poco realista pensar que pudiera haberlo hecho una de las acompañantes o de los meseros, que tenían obviamente que trabajar en esa noche y sería extraño verlos, a unos u otros, utilizar un celular de esa manera. El que lo filmó tiene que haber sido un invitado y en la fiesta sólo estaban los del grupo cercano a Madero y Villarreal.

Se ha dicho también que fue filmado por corderistas. No es lógico: primero porque no había ninguno de ellos allí; y segundo, porque aunque hubiera sido un infiltrado, el hecho es que el video fue grabado en enero ¿por qué, en ese grupo, esperar hasta agosto para divulgarlo? ¿No cree usted que este video muy fácilmente hubiera podido decidir la elección interna del PAN en mayo pasado? Si los corderistas hubieran tenido ese material lo hubieran usado, y dudo mucho que hubieran elegido para su divulgación la vía que se eligió.

Algo se rompió en el grupo maderista y la divulgación del video es consecuencia de esa ruptura. Ahora bien, ante ella, Madero no optó por la posibilidad de buscar ampliar su liderazgo sino por la vía de cerrar su círculo aún más, por lo menos eso es lo que indica la designación de Trejo.

Decíamos ayer que hay quienes creen que Madero está actuando como una suerte de López Obrador blanquiazul: trabajando con su círculo muy cerrado, con absoluto pragmatismo, con una utilización selectiva de los temas ideológicos de acuerdo con la agenda coyuntural. Y con la lealtad personal como único parámetro. Y así está trabajando Madero: nadie puede acusarlo de no ser pragmático al extremo, de apostar por lo suyo y por expandir sus propios espacios de poder con todo tipo de acuerdos. Y las designaciones en el partido son parte de esa lógica: López Obrador no dudó en designar presidente del partido a Leonel Cota, que prácticamente jamás había militado en el sol azteca, o a tener como alfil en el senado a Manuel Bartlett. Madero, no duda en los suyos, en Preciado o Trejo. El tema es el poder personal y a eso se apuesta. Y ahí sólo hay dos opciones: se gana o se pierde.