Ambulantes someten a autoridades del INAH

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En lugar de ordenarlos, directivos del Instituto a nivel local han “doblado las manos” y los dejan hacer lo que quieran.

 

María Elena Ferral

Papantla

 

Una verdadera anarquía priva en el acceso principal a la zona arqueológica de El Tajín, en donde más de 10 organizaciones de vendedores ambulantes, imponen su ley, sometiendo a las autoridades del INAH, incluso se han apoderado del estacionamiento y cierran los accesos, obligando a los turistas a caminar con niños en brazos y a estacionar sus unidades automotores donde pueden.

 

 

Lejos de someterlos al orden, directivos del Instituto Nacional de Antropología e Historia,  a nivel local, han “doblado las manos” y los dejan hacer lo que quieran, por lo que el turismo ha tenido que pagar las consecuencias, ya que los vendedores ambulantes han aumentado, manteniendo en su poder el único acceso, las áreas verdes y el estacionamiento, y encima, los miles de turistas son molestados por los ambulantes, durante su visita a la ciudad sagrada.

 

Para el comercio informal, que desde hace años se estableció en el acceso a este centro ceremonial, no hay más ley que la suya, con la complacencia de las autoridades y del INAH, quienes les han permitido faltarle el respeto a su propia cultura destruyendo las áreas verdes, tapando los monumentos que utilizan como soporte para amarrar sus puestos, ofreciendo así una imagen denigrante al turismo nacional e internacional.

 

 

Los visitantes censuran la pasividad de las autoridades por recuperar esos espacios, pero sobre todo, para poner orden a tanta anarquía, y según estimaciones, a la fecha son más de mil los vendedores ambulantes, adheridos a poco más de 10 organizaciones.