Violencia en el Camp Nou

el

Con la violencia del futbol en el escenario desde que la semana pasada falleció un ultra del Deportivo de La Coruña, en Madrid, Barcelona se catapultó al primer plano ayer miércoles por la noche con el apuñalamiento de dos seguidores del PSG, en las inmediaciones del Camp Nou, tras el partido de Champions. Los Mossos d'Esquadra (la Policía catalana) confirmaron los hechos, apuntando que uno de ellos permanece ingresado en el hospital por un navajazo que le causó heridas en la pleura y el otro ya fue dado de alta.

Según los informes, el primer ataque sucedió a las 23:00 horas en una calle adyacente al estadio, Felipe de Paz, cuando un aficionado del PSG, que iba acompañado de varios compatriotas, fue atacado por la espalda por un grupo de desconocidos que le asestaron un navajazo y salieron huyendo. Apenas media hora después, y muy cerca del mismo escenario, tres jóvenes franceses que salían del estadio, fueron asaltados por varios individuos. Uno de ellos resultó herido con ´arma blanca´ y fue trasladado a un centro hospitalario, aunque horas después fue dado de alta.

"Está por ver si los sucesos tienen relación directa o no con el entorno del futbol", aclaró el consejero de Interior, Ramón Espadaler, aunque admitió que es "probable" que así fuera, poniendo en el escenario la violencia que se mantiene alrededor de los estadios y que en Barcelona no es una excepción. A pesar de que el FC Barcelona se apresuró la semana pasada en desmarcarse de los violentos y puso especial énfasis en que el Camp Nou es un estadio "seguro", los cuerpos de seguridad mantienen que en torno al club siguen campando los radicales, apuntando a que en las inmediaciones del estadio, las escenas de violencia verbal o física, se reproducen con peligrosa normalidad.

 

"La directiva del Barça no hace todo lo que debería hacer", alertó no hace demasiados días Lluís Venteo, inspector de la Policía catalana y coordinador de seguridad del Camp Nou, dando cuenta de su conocimiento de la realidad, que se esconde tras esa aparente normalidad en el estadio del Barça. Cambiar de acera, esquivar botellas vacías de cerveza y andar con cuidado para no tropezar con un grupo de exaltados gritones a las puertas de cualquier bar cercano al Camp Nou, es un 'deporte de riesgo', descontrolado y más o menos peliagudo, en el caso de acercarse al estadio con una simple camiseta o bufanda del equipo rival. De las bromas que puede el atrevido escuchar a los desafiantes insultos media solo un paso y de ahí al puñetazo poco más.

 

Y, llegados al punto culminante, ataques indiscriminados y salvajes como los que ocurrieron este miércoles a la finalización del partido frente al PSG. Por mucho que la directiva del Barça proclamase hace algunos días que "las familias que vienen al Camp Nou pueden estar tranquilas, porque no corren ningún tipo de riesgo", la realidad demuestra que la seguridad es un asunto muy lejano a resolverse. Más aún, causa hilaridad que desde el gobierno, la LFP o el Consejo Superior de Deportes se ponga la ´diana en gritos´ más o menos maleducados, que surgen del graderío de cualquier estadio mientras rechazan que todo lo que pueda ocurrir fuera de él, tenga que ver con ellos.