Yankees pretende retractarse
Los Yankees de Nueva York compraron pescado y ahora le cogieron miedo a los ojos. En otras palabras, no quieren asumir las consecuencias de un error que cometieron hace años, cuando decidieron renovarle el contrato a Alex Rodríguez, convertido ahora en una suerte de paria en el mundo del beisbol. A-Rod aparece ahora mismo en el quinto lugar de los jonroneros de todos los tiempos, con 654 bambinazos, a sólo seis de Willie Mays, quien se ubica cuarto en la lista histórica.
Según el contrato del pelotero con el equipo, si Rodríguez supera a Mays recibiría seis millones de dólares adicionales en concepto de bonos, aparte de los 62 millones de salario que le quedan pendientes por las próximas tres campañas. Los Yankees calcularon entonces que el acecho a la marca de Mays estaría acompañado por una enorme campaña de mercadeo que generaría importantes ganancias a la franquicia.
Error de cálculo. A raíz de sus escándalos relacionados con el uso de sustancias prohibidas, nadie quiere a Rodríguez y la proyectada campaña de marketing no atraería a nadie con sentido común. Entonces, la gerencia quiere evitar pagarle esos seis millones de bonos y para ello esgrimen un argumento, cuando menos, infantil: Que los números de Alex no son genuinos, que están inflados por el consumo de esteroides. El problema es que el compromiso está en blanco y negro, legitimado ante notario, más allá de la validez ética de los cuadrangulares del pelotero.
Además, desde hace años, los Bombarderos del Bronx y todo el mundo del Rey de los deportes, saben que Alex usó esteroides para mejorar su rendimiento, pero el equipo prefirió aceptarlo y seguir adelante. Entonces, ahora no pueden aparecerse con ese golpe bajo y les toca asumir las consecuencias de sus actos. Nueva York tiene dos maneras de salir de la obligación de pagarle las bonificaciones.
Una es mantenerlo en la banca toda la temporada, no darle la posibilidad de pegar los pocos vuelacercas que le faltan para superar a Mays. La otra es respirar profundo, tragar en seco y extenderle un cheque por 62 millones de dólares, para que se retire a disfrutar de su dinero. Esta opción parece la más acertada, porque tenerlo a disgusto en la banca provocaría una tormenta de proporciones incalculables dentro del vestidor del equipo, cuyas consecuencias podrían ser más costosas que los 62 millones que se le adeudan o los seis que intentan negarle.
A esta hora, en la directiva de los de Manhattan deben estar cruzando los dedos para que el pelotero fracase en los entrenamientos primaverales y les dé pie para cortarlo de la plantilla de 25 (previo pago de sus millones, obvio). Pero más allá de todos los defectos que se le puedan achacar, A-Rod es un deportista demasiado dedicado a su trabajo y pueden apostar que será el primero que llegue al George Steinbrenner Field de Tampa cuando abran los campos de entrenamiento. Esta novela pica y se extiende y está para alquilar balcones.