Un desastre la CAEV

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Un centenar de habitantes de Totolapa se manifestaron ayer en las oficinas del sector, ante diversas anomalías

 

 

Por Adrián Mendoza Salazar

 

Fallas constantes en el servicio de agua, promesas del envío en determinado día, la excusa de la afectación del equipo de bombeo, cobros indebidos, entre otras anomalías surgieron ayer durante la manifestación de un centenar de habitantes de Totolapa y otras zonas en las oficinas de la CAEV en dicho sector.

 

Inconformes como Avelino Sánchez Mejía, Efigenia Badillo, María Isabel Salvador, entre otros, con pancartas y desde temprana hora impidieron la entrada del personal de la oficina, en donde ante el grito de ¡Queremos agua!, ¡Ya no más promesas!, también exigieron la renuncia de su titular, José Luis González Narváez y del coordinador regional, Guillermo González Alamilla.

 

 

Indicaron que lo injusto de la dependencia es el aumento excesivo del cobro en el servicio, cuyos recibos oscilan de 117 a 155 pesos mensuales, donde además el descaro de los responsables es cuando envían el servicio mínimo de agua tres días antes de enviar los recibos, para exigir la inmediata liquidación, cuando por semanas muchos destinan hasta mil pesos en la compra de pipas.

 

Por su parte, Efigenia Badillo Zapotitlán, reprochó las anomalías en la Comisión del Agua de Tihuatlán, la cual le exigen un pago de un mil, 272 pesos, por supuesto adeudo del servicio, cuando es el mismo tiempo que carece del vital líquido, sin embargo, además su domicilio es catalogado como negocio, de ahí el incremento del costo.

 

Ayer, junto con un centenar de usuarios exigieron una explicación a los dos funcionarios antes mencionados, quienes solo se concretaron a decir que se hará todo lo posible para restablecer periódicamente el servicio, cuando en un taller cercano se encuentra abandonada la citada bomba.

 

Los afectados agregaron que en la CAEV existen muchas irregularidades que deben investigarse, desde los cobros excesivos del servicio de agua, la supuesta ubicación de dos o más tomas domiciliarias, cuando a un particular se le cobra de más, además del control de algunas instalaciones clandestinas, aspecto que no puede quedar impune.