Vuelve el desorden a Tránsito del Estado

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María Elena Ferral

Pese a haber demostrado que no puede con el cargo, fue reinstalado Santiago Viveros Córdoba, como delegado en esta ciudad, por el director de Tránsito en el Estado, Edmundo Martínez Zaleta, por lo que el desorden volverá a hacerse presente en la dependencia en donde  sin duda alguna, volverán los actos de corrupción, por lo que las inconformidades comenzaron a externarse e incluso se corre el riesgo de la toma de la Delegación de Tránsito.

Es de recordar que durante el breve lapso en el que estuvo al frente de la Delegación de Tránsito del Estado, hace ya un mes, Santiago Viveros Córdoba no pudo con el paquete, ya que los problemas viales se recrudecieron, así como los actos de corrupción, ya que personal ajeno a la dependencia, entre ellos los abogados xalapeños, César Cruz Jiménez y Manuel Ramírez Quiñones, usurpaban funciones tanto operativas como administrativas, siendo solapados por el mismo director general de Tránsito en el Estado, Edmundo Martínez Zaleta.

 

A partir de este miércoles, Santiago Viveros, fue reinstalado nuevamente como delegado de Tránsito en Papantla y a la delegada en funciones, Dalia Mariela Juárez Núñez, retornó a Tecolutla, a ocupar la titularidad de la Subdelegación de Tránsito del Estado, lo cual provocó reacciones en contra de la decisión de Martínez Zaleta, a quien no le importa ni la vialidad, ni los actos de corrupción que son señalados en la dependencia, en donde cabe señalar, en días pasados pretendió aterrizar el expresidente del PRI, Alejandro Hernández Cabada, por recomendación de la diputada federal, Jeanny Arroyo, pero no pudo.

 

Es necesario que se deje de estar improvisando en la Delegación de Tránsito del Estado, dependencia que se encuentra politizada y que se trabaje en un proyecto del reordenamiento vial, para acabar con el desquiciante caos vehicular que se ha visto incrementado por la elevada presencia de vendedores ambulantes que el director de Industria y Comercio, Juan Carlos Cabañas Mothe, ha propiciado, sin importarle el grave problema que con ello ocasiona, pues solo lucra con el cargo.