Cuyuxquihui no es continuidad de El Tajín
Por María Elena Ferral
Cuyuxquihui es una Zona Arqueológica que se localiza en la comunidad Paso del Correo, sobre una pequeña explanada limitada por un acantilado al oriente y la pendiente al poniente, hasta el río Tecolutla, a una distancia aproximada de unos 27 kilómetros, al sureste de esta ciudad, que forma parte del Patrimonio Cultural del Totonacapan, que con el paso de los años ha ido quedando ´en el olvido´.
Según sus raíces totonacas, Cuyuxquihui significa “armadillo de madera” y de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, es una localidad que surge posteriormente al abandono de la cercana ciudad de El Tajín, hacia el 1200 d.C., sus habitantes si bien llevan consigo algunos elementos culturales, como los motivos pictóricos, no puede considerarse sin embargo, que Cuyuxquihui sea continuidad de El Tajín.
Los totonacos eligieron el sitio en un lugar elevado como prevención ante inundaciones, como las acontecidas en el Totonacapan, que destruyeron Cuyuxquihui, hacia el año 1500 d.C., al derrumbarse los acantilados de arena que cubrieron los edificios, casi en su totalidad.
En ese sitio se ha encontrado además, material arqueológico huasteco, observándose hacia el 1450 d.C., una fuerte presencia de cerámica y arquitectura correspondiente a los grupos nahuas que irrumpieron en esta región y separaron, mediante la ocupación militar al Totonacapan de la Huasteca.
En el año de 1985, la comunidad de Cuyuxquihui cedió los terrenos en que se ubica el asentamiento prehispánico para contar con una zona de reserva eco-arqueológica, sentando un precedente a nivel nacional, del interés de un grupo indígena por preservar su patrimonio cultural y natural.
Los pobladores de la ciudad prehispánica de Cuyuxquihui se apropiaron del espacio en la parte media del Cerro Blanco, realizando trabajos de modificación mediante excavaciones y rellenos, hasta lograr una urbanización en la que se pueden hallar plazas, edificios piramidales, canales, pozos artesianos y muros de contención, entre otros.
El INAH señala que los edificios restaurados son: el Principal, la Plataforma II, con pintura y el edificio IV, así como algunos muros y plazas, se pueden observar en éstos, los sistemas constructivos, quedando aún por rescatar e investigar varias estructuras diseminadas en 20 hectáreas, estos edificios correspondieron a templos que alguna vez estuvieron recubiertos totalmente por estucos, con pinturas donde aún predominan el azul y el rojo.
Sin embargo, habría que añadir que al abandono en el que se encuentra esta zona arqueológica por parte del INAH, los mismos pobladores denuncian que ha habido saqueo de piezas arqueológicas, debido a la falta de vigilancia, destacando además, la poca difusión que se le da al lugar y sobre todo, el mal estado del camino que conduce hasta este sitio.