Voladores sobreviven de la limosna

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-Los llamados Voladores “independientes” o “libres”, se quejan de la falta de ingresos fijos, asegurando que apenas sobreviven con lo que la gente les da, el turismo aporta muy poco

Por María Elena Ferral

Olvidados, relegados, así sobreviven los “internacionales” Voladores de Papantla, a pesar de que su ceremonia ritual fue reconocida en el 2009, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, desafortunadamente, la situación para muchos de ellos que ejercen ese ritual, como “libres” o “independientes”, no ha cambiado mucho hoy en día y se puede constatar cómo algunos de los danzantes sobreviven de la limosna.

Aun cuando se debe reconocer que la situación no es mala para todos estos máximos exponentes de la cultura totonaca, pues hay aquellos que están en agrupaciones reconocidas, en dependencias gubernamentales, como el Centro de las Artes Indígenas, que les aseguran contratos dentro y fuera del país, otros más han tomado como suyas las plazas de la zona arqueológica de El Tajín y de la de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción o las calles de la ciudad y hasta los espacios públicos a los que concurre el turismo, en donde al final del ritual cobran a quienes los admiran, incluso han acordado “tarifas”, otros más solo piden una cooperación.

Sin embargo, hay otros grupos independientes, incluso Voladores que deambulan solos en calles, restaurantes y cantinas o en cualquier espacio público, tanto de este municipio, como de algunos otros de la región, entre ellos Tecolutla, Gutiérrez Zamora, Poza Rica y Tuxpan, en su afán de conseguir algunas monedas, además los grupos de danzantes utilizan a niños para que recorran el parque o las calles y pidan dinero, sobre todo a los visitantes.

Si bien es cierto que con este reconocimiento de la UNESCO, se ha ganado un mayor prestigio a nivel mundial y se ha garantizado un reconocimiento invaluable, hoy la cruda realidad para algunos grupos de danzantes es que deben subsistir con lo que la gente les da, que es muy poco, debido a la crisis, pues las “cooperaciones” voluntarias y las “cuotas”, que aplican, ya no son como antes. Incluso ha habido voladores que han caído del Palo Volador, en pleno ritual, perdiendo la vida, y dejando desprotegidas a sus familias. 

Para quienes admiran el ritual de los Voladores, tanto nacionales, como extranjeros, sigue siendo un espectáculo comercial, que se oferta en las calles por unas cuantas monedas, a pesar del reconocimiento mundial del que gozan, en los hechos, no son honrados con condiciones para ejecutar el mortal ritual, con salarios dignos, ni con servicio médico, ni prestaciones, o seguro de vida; hoy por hoy, ser Volador, significa un riesgo, pero también un gusto personal o una herencia ancestral.