“Ellos solo querían una mejor vida”
-Familiares de migrante muerto en Texas
-Un día después de que Mariano López Cano se fue rumbo a EU, Bety su esposa, dio a luz a su tercer hijo, pero él ya no lo conoció
DE LA REDACCIÓN
Un día después de que Mariano López Cano se fue rumbo a Estados Unidos, Beatriz, su esposa, dio a luz a su tercer hijo, pero él ya no lo pudo conocer.
Aunque la decisión de irse junto a su hermano Humberto, la había tomado hace tiempo, apenas dos días antes de partir, se despidió de su esposa, de sus hijos y el resto de la familia.
"Nada me va a pasar, todo va a estar bien", fueron las últimas palabras que dio a su mujer, a quien la decisión también la tomó por sorpresa.
El domingo 16 de julio, alrededor de la tres de la tarde salió de su casa en la comunidad José María Morelos, en Papantla, junto a su hermano Humberto, entonces nadie previó el destino.
Apenas siete días después, la noticia corrió como pólvora en el pueblo: diez migrantes habían muerto asfixiados al ser abandonados al interior de un vagón de tráiler en San Antonio Texas, otros 28 sobrevivieron, la familia no lo podía creer, pero ahí iban los dos hermanos.
Mariano de 26 años, padre de tres hijos murió dentro del vagón, su hermano Humberto de 24 años padre de dos hijos sobrevivió y convalece en Estados Unidos.
El ayuntamiento avisó a la familia, y este jueves María Luisa, madre de los jóvenes, partió rumbo al país vecino para reconocer el cuerpo y traer de vuelta a Humberto.
Sentado en el patio de su casa, junto a un pequeño altar montado, Mariano López, padre de los dos jóvenes, dice que la intención de irse a otro país era para tener una mejor vida: “Querían sobresalir, poner un negocio, tener una mejor vida”.
La comunidad María Morelos está a unos 40 minutos de Papantla, se llega por una carretera repleta de naranjales, pozos petroleros y sembradíos de maíz, en el pueblo de apenas 800 habitantes hay una quietud permanente.
Don Mariano señala que la única forma de vida ahí es el campo, en temporal rentan la tierra para sembrar maíz, frijol y chile, el jornal se paga entre 100 y 120 el día, eso ganaban Mariano y Humberto en el pueblo donde estudiaron hasta el bachillerato y después decidieron formar una familia y eso al final los motivó a cruzar la frontera.
“Ellos quisieron irse, de la noche a la mañana, no tardaron ni dos días, hicieron planes, iban con la ilusión de hacer algo, no eran chicos maleados, y pues uno no sabe cuándo sale que destino llevamos, nunca pensé que iba a pasar esto”.
Mariano platica y trata de aguantar las lágrimas, no pudo ir a Texas a reconocer el cadáver de su hijo, porque apenas salió de una operación, cuenta que sus hijos decían que allá el dinero se ganaba más fácil, y eso los impulsó a irse a pesar de que la familia intentó persuadirlos.
Los hermanos hicieron cuentas imaginarias, cuánto ganarían en un mes, en un año, el sueño de Mariano era comprarse un carro.
“A mí me pidieron prestado, me dijeron que consiguiera dinero, estaban seguros que les iba a ir bien e iban a pagar rápido, los planes era ganar en dólares, en dos o tres años conseguir una mejor vida, un mejor futuro para los niños”, señala.
“LE PEDÍ QUE NO SE FUERA, PERO YA LO TENÍA DECIDIDO”: BEATRIZ
Todo fue tan rápido que la familia no puede ubicar quien fue el contacto de los hermanos para cruzar la frontera, cómo consiguieron el dinero para irse, pero intuyen que el dinero lo pidieron prestado y la salida fue desde Papantla.
Beatriz López Paredes conoció a Mariano en la primaria de su localidad, se hicieron novios en el bachillerato y se casaron en mayo del 2012, tuvieron tres hijos, el tercero que tiene diez días de nacido, fue una sorpresa para el joven matrimonio.
Quizá por eso, Mariano decidió irse, fue algo no planeado: “Le pedí que no se fuera, pero dijo que era algo decidido, dijo que se iba por sus hijos para que no les faltara nada.
Beatriz tiene 24 años, entre sus manos toma y aprieta una camisa amarilla de uno de sus bebés, por la cocina donde da la entrevista están sus hijos de tres y un año: “El sábado en la noche me dijo, me voy mañana, se despidió de nosotros el domingo, no pude hacer nada más”.
En el pueblo algunos jóvenes han emigrado a Estados Unidos, pero la mayor parte se va a buscar trabajo a Guadalajara o la Ciudad de México, pero Mariano nunca había salido de su comunidad, dice Beatriz.
Su hobby era el fútbol, al igual que su hermano, era parte del equipo local “Los Pericos”, quienes ya habían ganado dos títulos de campeonato entre las ligas locales.
Beatriz enseña la foto de equipo y la mezcla con las de su boda, donde se ve a un Mariano feliz.
Ahora su futuro es incierto mientras espera la llegada del cuerpo de su esposo y piensa como va a comunicar la noticia a sus pequeños hijos.
“OJALÁ FUERA UNA EQUIVOCACIÓN”: HERMANA
La familia no tiene certeza de cómo murió Mariano, todo lo que saben lo han visto por televisión.
Ana Luisa Cano, hermana de Mariano y de Humberto, aún tiene la esperanza de que todo sea una equivocación, de que las autoridades hayan confundido el nombre entre los otros migrantes muertos, por eso esperan a que su madre reconozca el cuerpo y de la noticia oficial.
Esperan también el regreso de Humberto, su otro hermano, quien es un sobreviviente de la tragedia: “El quedó impactado con lo que vivieron, no hemos podido hablar con él, queremos estar con él, sufrió mucho, quisiéramos que las autoridades puedan agilizar los traslados”, pidió la hermana.
Amado López, padre de Bertha, se lamenta por la muerte de Mariano: “Solo de pensar como sufrieron, eso lo tenemos presente”.
Ahora teme por el futuro, su hija quedó sin el apoyo de su esposo, por lo que espera que alguna autoridad pueda brindar apoyo.
Él cuenta que también trató de convencer a Mariano de no irse, “pero los muchachos se fueron, querían hacer algo en la vida, son víctimas de gente que se los llevan sin precaución, yo siento que si esa gente no existiera esos muchachos no se fueran, los engañaron, les quitan el dinero y ahora lo siento por los niños”.
ESPERAN LA LLEGADA DE LOS MIGRANTES
Una lona en el patio con mesas y sillas anuncia la llegada a las casas de la familia López Cano, solo están esperando la llegada del cuerpo de Mariano y a Humberto.
En la cocina exterior, un altar adornado con flores y la foto de mariano está preparado, ahí pusieron su comida favorita: frijoles con huevo, café y pan.
La comunidad se ha solidarizado con la familia, llegan durante el día para acompañarlos, mientras esperan el retorno de los hermanos migrantes.