“No les alcanzaba para vivir con 120 pesos al día”
-“Yo les pido a mis paisanos que no se vayan de indocumentados”
Por María Elena Ferral
Convaleciente de una cirugía de próstata a la que se sometió hace, exactamente, cuarenta días, don Mariano López Bernabé espera la llegada de sus hijos Mariano y Humberto López Cano, el primero en un ataúd y el segundo en malas condiciones de salud, ellos partieron de su casa, el pasado 17 de julio, abrazando ‘el sueño americano’ y llenos de esperanza para poder ganar dinero y apoyar a sus familias, Mariano, solo encontró la muerte, dejando en la orfandad tres hijos de tres, un año y ocho días de días de nacido, su madre Luisa Cano Vázquez, viajó a San Antonio, Texas, para traerlos de regreso a casa.
Mariano López Cano, de 26 años y su hermano Humberto López Cano, de 24 años, salieron de la comunidad de José María Morelos, que se localiza a unos cincuenta minutos de esta cabecera municipal, “decidieron irse, animados por unos amigos que están allá, no tenían dinero para el viaje y me pidieron que los apoyara, yo me opuse, les dije que no se fueran pero ellos ya habían tomado la decisión, aquí no hay trabajo, el jornal de ocho horas se paga a ciento veinte pesos el día, setecientos veinte pesos a la semana, no tenemos tierras para trabajarlas y ellos se desesperaban por sus familias”, refirió don Mariano López Bernabé.
“Fue una decisión precipitada, pero lo hizo por sus hijos, su esposa Beatriz estaba esperando el nacimiento de su tercer hijo, un varoncito que ya no conocerá a su padre, del cual mi hijo supo que ya había nacido, porque se lo dijimos por teléfono al día siguiente de que se fue, que fue la última vez que tuvimos comunicación con él, de ahí no volvimos a saber nada, hasta que vecinos de esta comunidad nos dijeron que habían visto las noticias en la televisión, de la tragedia de unos migrantes y luego nos hablaron de Xalapa, para decirnos lo que había ocurrido; dejó tres niños en la orfandad, uno de tres años, otro de un año y el bebé que nació al día siguiente de que se fue y su hermano Humberto tiene dos niños”.
Luego “el agente municipal, Crescencio Valencia Vázquez, vino a vernos y la noticia se generalizó aquí en la comunidad, hemos recibido solo apoyo moral de nuestros vecinos, no hemos recibido nada del ayuntamiento, solo nos vino a ver la policía para pedirnos información; mi esposa Luisa Cano Vázquez, ya está en San Antonio Texas, se fue desde el jueves 27, junto con sus familiares Reyna López Vázquez y Antonio Medrano de Luna, a la espera del permiso humanitario, para poder reconocer el cuerpo de mi muchacho, quisiéramos que esto fuera una pesadilla, que no es mi hijo Mariano, el que murió”.
Acompañado durante la entrevista de su hija Ana Luisa López Cano, la mayor de sus cuatro hijos y de su consuegro Amado López Amador, piden “respeto para el dolor que estamos viviendo, no queremos que se exhiban fotografías de mis nietos, ni de mi nuera, esto podría traer consecuencias por parte de la gente que se los llevó para ayudarlos a pasar a Estados Unidos y lo único que queremos es traerlos de regreso a casa, estamos esperando noticias, no se ha comunicado con nosotros mi esposa que también está enferma, pues padece diabetes”.
La comunidad de José María Morelos, es como la mayoría de las comunidades de este municipio papanteco, sus pobladores viven en una ancestral pobreza y marginación, no cuenta con los servicios básicos como son agua, drenaje, sus calles son de terracería, el agua la tienen que acarrear o comprarla, pues el proyecto se quedó suspendido desde hace unos seis años; la única obra que han recibido del actual gobierno municipal, fueron tres comedores para las escuelas del lugar.
El menor de sus hijos, Omar López Cano, de 17 años de edad, quien apenas acaba de terminar el Telebachillerato, en su localidad, se encuentra ausente, ya que había acudido a trabajar en el campo, en la siembra de maíz, “que es a lo que nos dedicamos para sobrevivir, pues el kilo está a tres pesos en grano y a dos pesos en mazorca, la tonelada nos la pagan a 3 mil pesos en grano, quienes vivimos en esta comunidad no tenemos tierras para sembrar, aquí hay muchas tierras, pero todas tienen dueño y muchas están abandonadas, hay actividad petrolera, pero no beneficia en nada a los campesinos”.
Don Mariano hace a un lado su dolor y con impotencia señaló “yo les digo a los jóvenes que como mis hijos, se desesperan porque están cansados de la pobreza en la que vivimos, que no se vayan a lugares que no conocen, que no arriesguen sus vidas, que se queden en sus comunidades y que aprendan a vivir con lo que tienen, que no abandonen a sus familias por irse en busca de un sueño peligroso, de un sueño que solo es eso, un sueño, el cual muy pocos pueden alcanzar, esta era la primera vez que mi hijo Mariano, intentaba irse pa’l otro lado y hoy está muerto, aquí estamos a la espera de su llegada”.