Wendy Sarahí, una niña con hidrocefalia, encontró en el CREEVER una mejor vida

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Wendy Sarahí Sánchez Arellano, de seis años de edad, nació con hidrocefalia y retraso psicomotor. El primer diagnóstico que recibió su familia fue que nunca aprendería a caminar y su vida estaría sujeta al cuidado de sus padres.

Cinco años después de recibir atención médica oportuna y terapia en el Centro de Rehabilitación e Inclusión Social de Veracruz (CREEVER), la pequeña camina, salta, canta y asiste a la escuela.

Es una niña muy inteligente, comenta su mamá Dianet Arellano Ortiz, quien cada 15 días la lleva a terapias y consulta; como cualquier madre, se siente muy orgullosa por los logros obtenidos en los cinco años que ha sido paciente de este centro.

Hidrocefalia, cuyo significado es agua en el cerebro, es una acumulación de líquido dentro del cráneo que lleva a que se presente hinchazón del cerebro, y se trata de una enfermedad que puede deberse a defectos genéticos.

“Wendy nació con la cabeza muy grande y no lograba ni mantenerse sentada debido al peso que la hacía perder el equilibrio. Todos los médicos que empezamos a consultar me decían que no iba a poder caminar ni llevar una vida normal, así que nuestra familia triste imaginó que estaría para siempre en una silla de ruedas y no podría valerse por sí misma”, relató la madre de familia.

Todo cambió cuando llegó al CREEVER, pues los especialistas le dieron esperanzas y de inmediato inició sus terapias físicas que lograron que en un año y medio empezara a caminar, al tiempo que asistía a terapia de lenguaje, la cual dio tan buenos resultados que ahora platica mucho con todos los que conoce.

Personal del área médica especialista del Centro recomendó a los padres la terapia ocupacional, en la que los pacientes aprenden a desarrollar tareas de la vida diaria con el objetivo de facilitar su independencia.

De esta forma, con el paso del tiempo han visto los avances de la pequeña. “Son progresos muy grandes que nunca pensamos. Estamos felices, pues han pasado cinco años de terapias constantes, consultas y actividades como los talleres de música y danza que le han ayudado a equilibrar su cuerpo y coordinación de las piernas y manos”, comentó la señora Dianet.

Así como ha sido la evolución de Wendy, con el respaldo del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), el CREEVER ha logrado la independencia, inclusión y felicidad de muchos niños, niñas, jóvenes y adultos que asisten día con día con la esperanza de mejorar su salud y su calidad de vida. 

En unos años más, cuando alcance la mayoría de edad, la familia de Wendy Sarahí la visualiza como una profesional, que se podrá valer por sí misma. “Va a ser alguien y logrará lo que antes no pensábamos al entrar aquí; ahora ya lo creemos, y va a ser algo en la vida”, finalizó la mamá.