La caída de la caseta, auguran buenos tiempos, trabajo intenso en favor de la naranja

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La caída de la caseta infamante cuyos ingresos sirvieron para financiar a sátrapas que se hicieron del poder e impusieron cacicazgos a lo largo de 27 años ha caído y de ahora en lo venidero la Junta Local de Sanidad Vegetal se convierte en una organización sin capital propio, lo que confiere una nueva dignidad pues los insaciables ya no querrán meterle mano pues queda como una institución cualquiera, una Cruz Roja, un Club Rotario o de Leones, como Casa de Cultura.

Una verdadera institución de asistencia dispuesta a coadyuvar con las autoridades federales, estatales  o municipales en el combate a las plagas. Nunca más será el instrumento político deseado para saquear sus arcas en aras de campañas políticas de triste memoria y en lo venidero observaremos que pocos, muy pocos, se interesarán en la Junta Local de Sanidad Vegetal dado que ahora ha quedado convertida en un  instrumento de trabajo y no todos quieren trabajar en beneficio de los demás.

 

Toda proporción guardada la caída de la junta nos recuerda un poco la caída del muro de Berlín. En el primer caso se vio a una Alemania unificada que se ha convertido en la potencia económica más importante de Europa y en el caso de la caída de la caseta habremos de ver cambios importantes en la estructura del organismo pues en lo venidero solo la gente de buena voluntad habrá de acercarse y en consecuencia es fácil percibir que se espera un trabajo intenso en favor de la fruta y de los ingresos económicos que se esperan, en el entendido de que, una fruta más sana tiene mejor precio y puede ser comercializada en la totalidad del país y en el extranjero.

 

La gente de bien saluda la acción de acabar con 27 largos años de rapiña incontrolable y se espera que esta acción desencadene una actividad inusitada que haga posible el derrumbe de las barreras fitosanitarias que  impiden una comercialización plena.