La Junta de Sanidad Vegetal debe ser redimida pese a negro historial

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Todo parece indicar que habrá de ser la planilla roja la que se alce con el triunfo en el tema de la renovación de la Junta Local de Sanidad Vegetal. La llaman la planilla de unidad, porque después de muchos consensos y pocos disensos, se acordó por primera vez en la historia de Álamo, reunir a la mayoría de los dirigentes del sector naranjero en el municipio y eso no es poca cosa, sobre todo, si se recuerdan esas cruentas batallas por hacerse de la directiva de un organismo que fue desvirtuado al mezclarlo con los asuntos de la politiquería.

Utilizada la Junta como “caja chica” para el financiamiento de políticos y campañas la Junta Local de Sanidad Vegetal fue perdiendo credibilidad. pues se ocupaba mucho de política y poco, muy poco de la sanidad de la fruta.

 

Los citricultores llegaron al hartazgo y de manera paulatina dejaron de cubrir las cuotas por tonelada en la caseta de Buenos Aires. En muchas ocasiones, cuando los titulares del organismo eran amigos del sistema, conseguían la ayuda de la Policía Municipal, que era utilizada para corretear camiones cuando el chofer se pasaba de largo y no proporcionaba la cuota.

En esos tiempos era extraordinario trabajar de cobrador en la caseta, dado que podía convenir con el chofer y con una “mochada” ambos, el chofer y él, quedaban más que satisfechos. Fueron años de intensas ganancias para quienes se encontraban en la cumbre del organigrama, aunque había que “pasarle corriente” al líder en turno. El partido que gane la Junta ganará las elecciones, eran las consejas de la época y es que política y Junta Local de Sanidad Vegetal, eran sinónimos, vaya, la misma cosa.

 

Cuando recientemente un grupo que apoya a la planilla roja fue a Buenos Aires y derribó la caseta de la ignominia, acabó una ´era tortuosa´, una increíble oportunidad perdida, pues si se hubieran usado las cuotas decentemente, hoy tendríamos fruta sana comercializándose por todas partes y sin restricciones fitosanitarias, pero como el hubiera no existe, tendremos que conformarnos con mantener la esperanza en la planilla roja.