Los olvidados
Pavimentaron las calles a su alrededor, pero ahora se inundan a falta de alcantarillas
Édgar Escamilla
Coatzintla
Cuando les pavimentaron las calles alrededor de sus viviendas, creyeron que habían alcanzado los beneficios de la urbanización, pero la falta de introducción de alcantarillas para encausar los escurrimientos de las partes altas del cerro, les provocaron inundaciones y el reblandecimiento de la tierra que ahora los mantiene al bordo de quedar incomunicados.
Luis Santes y la señora Flora García llegaron a vivir a esta parte del municipio, al pie del cerro donde se ubica el Palacio Municipal. Durante las últimas cuatro décadas padecieron la carencia de servicios básicos y sus hijos debían arriesgarse en medio del lodazal para poder salir a la escuela.
Cada campaña política era lo mismo, candidatos iban y venían prometiendo “las joyas de la virgen” a cambio del voto; si se encontraban en temporada de lluvias, hasta se enlodaban las botas para quedar bien con la gente, pero como suele suceder, una vez obtenido el cargo, se olvidaban de ellos.
Hasta hace poco se cumplió la promesa y pavimentaron las calles Nicolás Bravo y Cuauhtémoc, de la popular colonia Antonio M. Quirasco, que por cierto lleva el nombre de uno de los exgobernadores de Veracruz; zona habitacional a la que pocos se animaban a entrar por lo inseguridad.
“Siempre hablamos con los presidentes para que nos ayuden, pero nomás nos decían que sí, pero nada, hasta ahora que pavimentaron y que según iban a meter tubería y hasta presupuesto hicieron”, recuerda don Luis.
Para lograr la pavimentación de la calle Nicolás Bravo, tuvieron que colocar un tubo de acero de 30 pulgadas y de esta forma, dar cause al escurrimiento proveniente del cerro, por el conocido Camino Real. Construyeron además algunos escalones para que las familias del callejón Altamirano pudieran salir a la calle con facilidad.
La fuerza del agua, ahora con mayor velocidad por la pendiente del pavimento, provocó que la pequeña zanja formada por el escurrimiento natural, se expandiera y acabara con el acceso; como pudieron, colocaron algunas maderas para retener la tierra, pero con las lluvias de la temporada el problema se ha hecho más grande.
Mariana Cerecedo llegó a vivir a este lugar no hace mucho tiempo, compró una casita con la esperanza de no inundarse por encontrarse en zona alta, pero ahora debe arriesgarse a cruzar con sus dos menores hijos.
Para poder salir de su casa, tiene que pasar por un costado del terreno baldío que se encuentre frente a su domicilio, pero la acción del agua va deslavando cada vez más.
Don Luis refiere que a raíz de la pavimentación, quedaron atrapados en un dique, por lo que ante la menor lluvia, los terrenos ubicados en esa manzana se convierten en una poza, y han pasado las noches, levantando sus pocos muebles.
No se trata solo de escurrimientos pluviales, por el limo que deja y el olor característico, infieren que se trata de agua proveniente de descargas domiciliarias. Esa misma agua putrefacta es la que ha inundado sus hogares.
En lo que va de la actual administración municipal, han tratado de entrevistarse con el alcalde César Ulises García Vázquez, para darle seguimiento a su problemática y lograr de una vez por todas, terminar con el suplicio, sin éxito.
Se quejan que uno de sus vecinos rellenó parte de su terreno para estar a nivel de la calle, lo que maximizó el problema; ahora piden se canalicen todos estos escurrimientos, antes de que la humedad acabe con su poco patrimonio.