Benedicto XVI se confiesa y descarta sentirse fracasado

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AGENCIA

En un inédito libro-entrevista publicado esta semana, el Papa emérito Benedicto XVI transmite varias confesiones, asegura que su renuncia (en 2013) no fue por presiones o extorsión y reconoce que jamás pensó en Jorge Mario Bergoglio como su sucesor.

“Las últimas conversaciones” es el título de un texto en el cual Joseph Ratzinger reconoce también que el gobierno de la Iglesia nunca fue su “punto fuerte”, aunque advirtió que no logra verse a sí mismo como “un fracasado”.

“La renuncia la escribí yo. No puedo decir con precisión cuando, pero al máximo dos semanas antes. La escribí en latín porque una cosa importante se hace en latín. Además, el latín es una lengua que conozco bien como para escribir en modo decoroso. Habría podido escribirlo también en italiano, naturalmente, pero existía el peligro que cometiese algún error”, dijo el pontífice.

Más adelante aseguró que su dimisión, anunciada el 11 de febrero de 2013, no se dio bajo presión ni como una fuga ante los problemas. “Ninguno intentó extorsionarme. No lo habría ni siquiera permitido”, aclaró.

Insistió que si hubiesen intentado presionarlo no se habría ido, afirmó que tenía la actitud de quien ya superó las dificultades y el estado de ánimo de quien puede pasar tranquilamente el timón a un sucesor.

Precisó que no le sorprendió que Francisco, el día de su elección, no quisiera la “muceta roja”, la indumentaria litúrgica del Papa.

“Lo que me sorprendió, al contrario, es que ya antes de salir a la logia (balcón central de San Pedro) haya querido llamarme por teléfono, pero no me encontró porque estábamos mirando la televisión. El modo en el cual rezó por mí, el momento de recogimiento, después la cordialidad con la cual saludó a las personas tanto que la chispa se encendió inmediatamente, por decirlo así”, siguió.

Según Ratzinger, ninguno se esperaba la elección de Bergoglio, aceptó que tampoco él había pensado en el cardenal argentino como parte del grupo reducido de candidatos y cuando escuchó el nombre primero tenía dudas, pero después se puso contento por cómo hablaba “con Dios y con los hombres”.