De niños guerrilleros a hombres que quieren la paz; Las FARC
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-Hombres y mujeres que abandonaron su niñez para morir en medio de la guerra es el perfil de los miembros de las FARC quienes desde muy jóvenes se involucraron en guerrillas
AGENCIA
Un tatuaje en forma de flor en el brazo derecho del exguerrillero colombiano “José” cubre las iniciales indelebles de las FARC, grupo al que ingresó siendo un niño y que abandonó hace cinco meses con la esperanza de no morir en medio de la guerra.
A los 12 años una muchacha me dijo que en la guerrilla pagaban un millón 800 pesos al mes (lo equivalente a 616 dólares) y que la comida era buena. Como mi familia estaba pasando mucha hambre, me fui para allí sin pensarlo”, indicó el excombatiente, ahora de 28 años, con una tímida voz que revela el esfuerzo que hace para hablar de su pasado.
“José” abandonó segundo de primaria para conformar las filas del bloque guerrillero Aurelio Rodríguez, en el departamento de Chocó.
Durante los más de 14 años que vivió en la selva se enfrentó al Ejército Nacional, a los grupos paramilitares y a otras formaciones guerrilleras consideradas “enemigas”.
Las primeras semanas fueron duras. Me amarraron desnudo a un árbol por 15 días como vértigo por robar un vaso de leche y un par de galletas del campamento”, comentó el hombre.
Después de cumplir el castigo, al joven le dieron un fusil y lo mandaron a hacer guardia lejos de los demás insurgentes.
Allí me arrepentí de haber entrado al grupo porque nadie sabe lo sufre en la guerra”, asevera.
“José”, quien ahora hace parte de los siete mil 207 excombatientes de las FARC en proceso de reincorporación a la vida civil, según cifras de la estatal Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), reconoce que un día los momentos duros se transformaron en “adrenalina”.
Por ahí en el doceavo combate, ya cuando sabía manejar de verdad un arma, comencé a pensar que me daba poder y sobre todo, protección porque uno nunca sabe cuándo se encuentra con el enemigo y la vida acaba”, agregó.
Es ahí cuando “se empieza a pensar que ya no importa morir en la guerra”, sostuvo tras un momento de silencio que aprovechó para delinear con su mano izquierda el tatuaje que esconde de su pasado.
Uniformado durante 14 años con el tradicional camuflado y botas de caucho de las FARC, ahora el excombatiente porta el traje de reinsertado en medio de imponentes cultivos de frutales sembrados en el municipio de Toro, en el departamento del Valle del Cauca, en el suroeste del país.
Junto a 73 exguerrilleros, “José” recibirá durante tres meses formaciones en horticultura, fruticultura y gestión hotelera como parte del modelo de reintegración temprana en entornos productivos desarrollado por la ACR, la Sociedad de Agricultores del Valle del Cauca y la Organización Internacional para las Migraciones.


