Aparece rival para canciller Angela Merkel

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-Martin Schulz podría, el próximo septiembre, arrebatarle el cargo a la actual mandataria, tras recibir un fuerte apoyo popular

AGENCIA

Cuando la canciller alemana, Angela Merkel, anunció su decisión de volver a luchar por un nuevo mandato, en las elecciones que tendrán lugar el 24 de septiembre próximo, admitió con humildad que su decisión no había sido “trivial” y que estaba consciente de que la campaña electoral será la más difícil de los últimos años. Ese día, el 20 de noviembre pasado, la canciller también sabía que nadie en el horizonte político de su país estaba en condiciones de impedir su triunfo en las urnas.

Pero el nimbo de invulnerabilidad que envolvía la figura política de Merkel y que gozaba también del raro privilegio de ser un personaje indispensable en Europa, comenzó a esfumarse gracias a una valiente decisión del presidente del partido Socialdemócrata alemán (SPD), Sigmar Gabriel, quien desistió de ser el candidato de su partido al cargo de canciller y puso en manos de Martin Schulz, el expresidente del Parlamento Europeo, la difícil tarea de recuperar el poder.

La decisión de Gabriel, que eligió a la revista STERN para revelar sus planes, desató una hecatombe política en Berlín, pero también provocó el raro milagro de inyectar una nueva dosis de optimismo en las filas del viejo partido, que parecía estar resignado a lo inevitable: aceptar una nueva y humillante derrota electoral y aceptar con impotencia un nuevo triunfo electoral de Angela Merkel.

Desde hace tres semanas, Berlín y el resto del país se han convertido en testigos de un raro fenómeno político que tuvo un momento culminante el domingo pasado, cuando el exministro de Asuntos Exteriores germano, el socialdemócrata Frank- Walter Steinmeier, fue elegido como Presidente del país. Aunque el resultado de la votación celebrada en el Bundestag no sorprendió a nadie, gracias al apoyo que tenía Steinmeier –su candidatura era apoyada por socialdemócratas, democratacristianos, verdes y liberales-, su elección dejó al desnudo que la poderosa e imbatible Angela Merkel se había convertido en una mujer de carne y hueso y, peor aún, vulnerable.

“El resultado de la elección muestra que Merkel está perdiendo poco a poco su nimbo de invulnerabilidad. Un mito se está desmoronando”, señaló el periódico conservador Die Welt, al reflejar la importancia que tuvo la elección de Steinmeier como presidente de Alemania. La revista Der Spiegel fue un poco más lejos y se atrevió a ilustrar su portada con Merkel como una estatua de piedra. “El ocaso de Merkel. ¿Se puede derrumbar?, se preguntó el semanario.

De hecho, la elección de Steinmeier como presidente coincidió con el extraordinario repunte que ha vivido el SPD desde que el partido eligió a Martin Schulz para liderar la batalla política destinada a destronar a Angela Merkel, una mujer que parecía imbatible en las urnas.

El mismo día de la elección de Steinmeier, el periódico Bild am Sonntag publicó el resultado de una encuesta que le otorgaba al SPD 32 por ciento en la intención de voto contra 31 por ciento de la CDU-CSU de Merkel, una remontada de más de 10 puntos en tan solo dos semanas. “¿Es el comienzo del fin de la era Merkel?”, se preguntaba el periódico, que nunca ha ocultado sus simpatías por la canciller en los últimos once años.

Aún faltan siete meses para las elecciones nacionales y en este tiempo es muy posible que la burbuja Schulz se desinfle y que Merkel recupere su aura de líder europea que le ayude a derrotar a su adversario socialdemócrata. Pero también es cierto que Schulz goza del raro privilegio de ser un político que ha hecho toda su carrera en Bruselas y que no está marcado por las componendas del poder que han tenido que sufrir sus compañeros de partido a causa de la pertenencia del SDP en el gobierno de gran coalición.

Schulz, quien nació hace 61 años en Würselen, una pequeña ciudad casi fronteriza con Holanda de 38 mil habitantes, tiene en sus manos un arma casi mortal para derrotar a la canciller. Su origen humilde, su historia de juventud trágica y su decisión de buscar nuevos horizontes. El candidato nunca terminó sus estudios secundarios, se hundió en el alcoholismo y estuvo a punto de suicidarse. Pero salió de su miseria gracias a la ayuda de su hermano mayor, terminó una formación de librero y en 1987 fue elegido alcalde su ciudad natal.

Los alemanes aman las historias de personas que lograron imponerse a las adversidades de la vida, y Schulz es un personaje que despierta admiración, pero también es un político que ha logrado atraer a la gente a través de emociones. “Alguien ha dicho que nadie puede ser canciller sin haber hecho el bachillerato”, dijo, al referirse a su propia vida personal. “No me interesa lo que piensa la élite pensante, sino lo que piensan los trabajadores de este país”, añadió, al responder a las críticas que ya ha comenzado a recibir de parte de sus enemigos.

Schulz, a diferencia de Merkel, también es optimista. La canciller, después de dirigir los destinos de la primera potencia económica de Europa durante largos once años, luce cansada y sabe que tiene enemigos en su propio partido. Schulz, en cambio, personifica una seguridad que ha contagiado a su partido: El SPD, después de doce años en la oposición y como socio minoritario en sendos gobiernos de gran coalición puede conquistar la cancillería, una certeza que ha inquietado a la sede de la CDU.

El primero en reaccionar fue el poderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien, desde las páginas de la revista Der Spiegel, comparó a Schulz con el actual presidente estadunidense, Donald Trump. “Cuando Schulz pide devolver la grandeza a Europa hace lo mismo que Trump. Y cuando evoca de forma populista, una supuesta división de la sociedad, sigue los métodos de la posverdad de la campaña electoral en EU”, dijo.

“Casi medio año antes de las elecciones, la canciller teme por su futuro. Ella tiene, con Martin Schulz, un peligroso rival. El hombre del SPD exuda entusiasmo del que carece de la democracia cristiana y la canciller”, sentenció Der Spiegel, al pronosticar el ocaso de Merkel.