¿Para dónde van los desaparecidos?
El pasado 4 de febrero, los colectivos Ayuda a Regresar a Luis Alberto Calleja Martínez y Familiares en Búsqueda María Herrera, ambos asociaciones civiles, develaron el memorial dedicado a las víctimas de desaparición en este municipio petrolero
Por Violeta Santiago
En el Parque Furberos de Poza Rica, sobre la avenida 20 de Noviembre, 30 rostros custodian una cruz blanca levantada sobre una base de concreto. Dedicada a la “memoria de los desaparecidos” en esta ciudad de Veracruz, en el pedestal destaca también la frase que ha distinguido a los colectivos de búsqueda en todo México: “Hasta encontrarlos”.
El pasado 4 de febrero, los colectivos Ayuda a Regresar a Luis Alberto Calleja Martínez y Familiares en Búsqueda María Herrera, ambos asociaciones civiles, develaron el memorial dedicado a las víctimas de desaparición en este municipio petrolero, circundado por fotografías de personas que no representan a la totalidad de los ausentes, pero comparten un rasgo distintivo.
Son hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que fueron desaparecidos en un mismo lugar entre 2009 y 2022: una arteria de 2.6 kilómetros de longitud, flanqueada por restaurantes, cafés y tiendas, que irónicamente desemboca en la glorieta donde se erige el Reloj de la Paz. Una vialidad popular, a la que en Poza Rica la gente suele ir a comer algo o divertirse un poco. Es la avenida 20 de Noviembre, uno de los epicentros de las desapariciones en Veracruz.
Con 187 denuncias, Poza Rica es el municipio de la zona norte que más desapariciones acumula en Veracruz de 2000 a 2023, y el quinto a nivel estatal, solo detrás del puerto de Veracruz, Xalapa, Córdoba y Coatzacoalcos.
Desde 2006 a 2022, no hay año en el que no haya al menos una denuncia por desaparición en este municipio. La mayoría son hombres de entre 20 y 40 años, pero también hay adolescentes y adultos mayores, mientras que en el caso de las mujeres, las principales víctimas oscilan entre los 10 y 24 años.
Si los registros acumulan 187 desapariciones en Poza Rica a partir de 2006 y el memorial evoca el recuerdo y la exigencia de justicia de 30 personas, eso significa que el 16% de los casos ocurrieron en la 20 de Noviembre. Es decir, que casi dos de cada diez personas que han sido víctimas de este crimen en el municipio fueron sustraídas en esta avenida. Se les conoce como “los desaparecidos de la 20”.
Noemí Martínez Martagón se define como “una madre que busca a su hijo incansablemente”. Mimí, como la llaman familiarmente, suma más de 12 años de espera, trabajo y exigencia de justicia que iniciaron tras la desaparición, el 18 de septiembre de 2010, de Luis Alberto Calleja Martínez junto con otros dos jóvenes, Roberto Carlos Martínez Martínez y René Rodríguez Pérez, ahí en la avenida 20 de noviembre.
Por medio de las pesquisas particulares que emprendió para averiguar qué le sucedió a su hijo, Mimí descubrió que la Policía Intermunicipal Poza Rica-Tihuatlán-Coatzintla —extinta desde 2015— había detenido a los tres jóvenes para posteriormente entregarlos a dos policías federales en activo, vestidos de civil.
Pese a que los agentes Víctor Manuel del Ángel García y Antonio “N” fueron sentenciados en 2011 por el delito de privación ilegal de la libertad a 39 y 34 años de prisión, respectivamente, el segundo fue liberado al cumplir los primeros siete años de condena. Mimí interpuso un amparo que derivó en una orden de reaprehensión, pero el expolicía actualmente se encuentra prófugo.
Ella y su familia decidieron salir de Poza Rica en un intento por proteger sus vidas y continuar con la búsqueda de Luis Alberto. A estas alturas, dice Mimí por teléfono: “Yo ya no busco culpables ni justicia, yo quiero encontrar a mi hijo sea como sea”.
La última visita que hizo a la ciudad fue el 4 de febrero para develar el memorial que celosamente resguarda unas palabras de esperanza para las personas que, como Luis Alberto, fueron desaparecidas en “la 20”.
El espacio donado por el gobierno municipal se ubica en un parque muy visitado por la población debido a sus bancas y sinuosos caminos rodeados de pasto, un par de alas montadas en una estructura metálica (perfecta para tomarse fotografías), y resbaladillas y escaleras que tienen la forma de animales salvajes. Hoy en día, dos réplicas de jirafas en tamaño real parecen custodiar la cruz blanca de la avenida 20 de noviembre, que al atardecer se ilumina de azul neón.
Las fotografías del memorial exponen 30 rostros, pero Mimí cree que podrían ser muchos más. Antes y después de que Luis Alberto y sus amigos fueran desaparecidos, otras personas fueron víctimas de este crimen en el mismo lugar.
Javier Édgar Castillo Acosta desapareció el 30 de diciembre de 2009, al igual que Rogelio López Villarreal, mientras que el 25 de mayo de 2011 se llevaron a Eduardo Iván Castillo Torres, hijo de Maricel Torres Melo, dirigente del colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera, y seis meses después, el 20 de noviembre, a Luis Javier Hernández Barrera, quien tenía entonces 28 años.
Aun después de que en 2015 fuera desmantelada la Policía Intermunicipal, señalada constantemente por las buscadoras como la autoridad responsable de las desapariciones en la zona, se reportaron nuevos casos, como el de Natan Jesús Hernández Gallegos, ocurrido el 28 de febrero de 2018.
De acuerdo con las estadísticas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), Veracruz ocupa, en los primeros meses de 2023, el cuarto lugar nacional en denuncias por desaparición. A pesar de la transición de gobiernos —de Javier Duarte del PRI a Miguel Ángel Yunes Linares del PAN, y actualmente a Cuitláhuac García Jiménez de Morena—, el crimen no ha hecho más que aumentar con el paso de los años: 2020 tuvo el mismo número de denuncias por desaparición (435) que las registradas en 2014 (435); ambos son los años con más denuncias en Veracruz. El tercer año con más registros de desapariciones fue 2021 con 435 casos, seguido de 2022, que cerró con 417 denuncias
“Los desaparecidos de la 20”, además de compartir la última ubicación —alguna taquería sobre la avenida o ir circulando por ella—, también comparten la falta de resultados y de justicia por parte de las autoridades.
La denuncia que emprendió Mimí es de las pocas que ha culminado con un par de sentencias a funcionarios públicos (policías federales). En la mayoría de los casos no hay detenidos por las desapariciones. Y para casi todas las familias se mantiene la incertidumbre de saber cómo y dónde están sus seres queridos.
Por eso, para Mimí y otras madres y familiares de personas desaparecidas la inquietud de construir este memorial responde a la necesidad de no olvidar.
“Es triste ver un hogar, una silla vacía donde falta un hijo, un padre, un esposo. Este memorial es para hacer conciencia y para que no pasen al olvido nuestros hijos”.
Así, esta cruz es un recordatorio que trasciende la falta de respuestas: un memorial autogestionado que para los “desaparecidos de la 20” representa la promesa de que sus familiares seguirán en la búsqueda hasta encontrarlos a todos.