Subestimar a Sheinbaum, un error
Lo que vimos de Sheinbaum durante ese proceso fue a una política madura
YA SEA POR la percepción de una presunta inexperiencia política, o por la exacerbación de ánimos que produce su lealtad a Andrés Manuel López Obrador, prevalece una extraña tendencia a subestimar a Claudia Sheinbaum, que ya se ha visto tiene un costo político real.
El primero en comprobarlo fue el ex canciller Marcelo Ebrard, quien de la mano de uno, o varios de los anteriores prejuicios, todavía es incapaz de digerir las cifras que mes con mes le anunciaban su derrota, la cual terminó confirmándose en la encuesta de Morena.
Lo que vimos de Sheinbaum durante ese proceso fue a una política madura. A ella se debe el haber revivido varios de los puntos que la clase política tradicional de corte patriarcal jamás pudo tomar en cuenta con la suficiente seriedad.
Considere la lucha por los derechos de la mujer, la equidad radical entre los distintos grupos sociales y el compromiso con el medio ambiente, todo sin mencionar los puntos que en específico la ubican como la más fiel representante del inquilino de Palacio Nacional.
Luego de la subestimación de Ebrard, en segundo lugar se encuentra un grupo de “seguidores” que en la Ciudad de México leyó las señales a la antigua y brindó su apoyo para la Jefatura de Gobierno a Omar García Harfuch, bajo el entendido de que éste era el “delfín de la doncella”.
Pero también se equivocaron. Si Sheinbaum ha crecido es justo porque esa presunta “inexperiencia” que le atribuyen es en realidad un distanciamiento total con los antiguos códigos de la política mexicana.
Ello se traduce en la falta de un candidato propio. El candidato de Sheinbaum será quien resulte en las encuestas la mejor opción para Morena. Sin más que agregar, el objetivo será construir la gobernabilidad en el Congreso de la Unión.
El compromiso de Sheinbaum con el partido y el proyecto de la 4T se reflejará precisamente este viernes con la firma del primer acuerdo de coalición entre Morena que preside Mario Delgado, el Partido del Trabajo de Alberto Anaya y el Partido Verde, que preside Karen Castrejón para la CDMX, Jalisco, Tabasco y Yucatán.
Por todo ello, Sheinbaum, sin duda, seguirá causando zozobra y confusión en muchos que aún viven presas de las claves del pasado político de México.
Y es natural, pues se trata de un paso más allá en la transformación que incluye no sólo a las instituciones, sino a los viejos códigos de la política mexicana.
LÍA LIMÓN, LA eficiente alcaldesa de Álvaro Obregón en la Ciudad de México, fue objeto de dos golpes arteros: uno, desde la oposición y, otro, dentro de su propio partido. Esta misma semana le asestaron ambos golpes.
El primero fue la negativa a concederle una licencia por 30 días para que ella pudiera recorrer todas las alcaldías de la capital, en busca de su legítima aspiración a contender por la Jefatura de Gobierno el próximo año. La mayoría morenista en el Congreso de la ciudad le negó el trámite, sin tener ninguna razón lógica para ello, más allá del miedo a competir y perder la contienda electoral. El segundo golpe vino del presidente del PAN, Marko Cortés, quien, sin proceso ni consulta previa, decidió, por sus pistolas, que el candidato del Frente Amplio por México, para la CDMX, debe ser varón (y se llama Santiago Taboada).
Así pues, por lo visto, la democracia solo está en los discursos de unos y otros, pues a la hora de enfrentarse a la competencia verdadera, muestran su real rostro. Qué mal.
SIN CONTENDER POR el mismo cargo, Omar García Harfuch y Marcelo Ebrard tienen una disputa común: los votos de la clase media. Ambos presumen tener la capacidad de seducir a los electores que en 2018 votaron por Morena y que, poco a poco, se han decepcionado del proyecto obradorista. Si el partido que preside Mario Delgado se decanta por el ex secretario de Seguridad Pública capitalino, Ebrard verá amenazada su narrativa del gran seductor de los votantes urbanos, en el hipotético escenario de lograr la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado.
Marcelo perdió apoyos en su partido y solo le queda la decisión final del avezado ex gobernador interino de Veracruz.
ANTE LA INEPTITUD oficial para atender desde el primer momento la crisis generada por el huracán Otis, el Consejo Ecuménico de México, que agrupa a la mayor parte de las iglesias cristianas del país, decidió actuar en favor de los damnificados de Acapulco. Cáritas de México canaliza cientos de toneladas de ayuda en víveres, así como dinero en efectivo para ayudar a las personas que viven en los cerros y colonias de Acapulco, sin distingo de credos.
El arzobispado de Acapulco, a cargo de Leopoldo González, trabaja para apoyar a todas las personas.
En las siguientes semanas 40% de los templos de todos los cultos en Acapulco tendrán que ser demolidos o reconstruidos. La negligencia del gobierno de la 4T ante el huracán será un tema a tratar la próxima semana por la Conferencia Episcopal Mexicana.
La jerarquía de la Iglesia Católica ya tomó acciones a nivel de calle para organizar a la gente, pero de que habrá factura por pasar a los gobiernos estatal, municipal y federal el 4 de junio, no hay duda.
A POCO MÁS de una semana del devastador paso del huracán Otis, ayer se anunció la reanudación del famoso “Acabús”. Evelyn Salgado informó que el servicio de transporte público se reinstaló sin costo alguno para la población, lo que sin duda representa un beneficio para los habitantes del puerto que resultaron afectados por el paso del mortífero meteoro.
Con la puesta en operación de cuatro rutas de la red, la puesta en marcha del “Acabús” avanza a marchas forzadas en la recuperación de servicios públicos. También con las brigadas de limpieza que el gobierno del estado ha desplazado en las carreteras principales, ya se logró la recuperación de los carriles de la carretera que va de Pie de la Cuesta a Barra de Coyuca, un avance importante en la vialidad de la zona que mejora la conectividad y transporte de la población.