OPINIÓN / HOY ES NAVIDAD / MARGARITA ZAVALA
Hoy es Navidad. A quienes la celebramos con fe, nos llena una fecha como ésta. Tampoco es cosa menor para quienes únicamente siguen la tradición, ya que se trata de una de las fechas que nos une con nuestros antepasados, con los abuelos y los papás, pero también con las siguientes generaciones. Celebramos a los niños por recordarnos dónde está la verdadera grandeza de los seres humanos: en lo sencillo, en la esperanza cierta, en el amor al otro que se traduce en generosidad. Todos estos elementos nos hacen reconocer qué tan buenos podemos ser.
Es cierto que llegamos a la Navidad empujados por un torbellino polarizante y de odio en el que nos ha metido el propio gobierno. En lugar de permitir que entremos a celebrar estos días ya sea desde las distintas religiones o desde la tradición cultural, tradición que nos transmite amor y esperanza, el presidente no deja de negar la verdad y de enfrentarnos. Aun así, no dejemos de pensar que es Navidad, aunque la traslademos a nuestra propia realidad.
Hoy es Navidad y la historia que celebramos nos habla de la alegría que inicia con tener fe en un Dios que camina al encuentro con nosotros. Es una historia que, independientemente de nuestras propias creencias, nos recuerda la importancia que tienen “los humildes”, a los que Dios llena de bienes. Es importante recordarlo en momentos en los que desde el poder se nota tanta soberbia (me refiero a cualquiera de los niveles de poder), incluso a los que parecen más insignificantes.
Hoy es Navidad y la historia que celebramos continúa y en ella veremos migración, venganzas, resentimientos, hipocresía y asesinatos, pero también reconoceremos misericordia, valentía, fuerza de espíritu, fe y esperanza, porque ni el mal ni la muerte tienen la última palabra. Que no se nos olvide cuando miremos a México y entremos al año 2024.
Hoy es Navidad y para millones de mexicanos es una oportunidad para recuperar nuestra alegría, nuestra esperanza y nuestras fuerzas para enfrentar los tiempos difíciles. Y pienso en los tiempos difíciles que vivimos justo ahora en nuestro país.
Hoy es Navidad y debemos reflexionar en lo mucho que tenemos. Debemos también dar sentido al dolor de nuestros hermanos que sufren hoy porque son víctimas del crimen organizado y de las decisiones de un gobierno que ha decidido no enfrentarlo; miremos las filas de familia que no han sido rescatadas en Acapulco y que esperan pacientemente una canasta de despensa porque al gobierno no le alcanzó para más aunque tiene nueve billones de pesos para gastar este año; miremos el dolor de las víctimas de feminicidio, de la trata, de la negligencia en la salud; volteemos a ver a quienes no pudieron tener la atención médica o la medicina a tiempo. Nada, nada de ese dolor tendrá sentido si la esperanza no se convierte en acción para rescatar a México, tierra que queremos porque sencillamente no hay otra mejor.
Que nos sirvan estos días para recuperar nuestros “motivos espirituales”, para amar a nuestro país y ser solidarios con un México que necesita que emprendamos un camino de lucha que no estará exento de obstáculos, impedimentos que parecerán imposibles de evitar o sobrepasar, pero que lograremos vencer si mantenemos nuestras fuerzas y nuestras convicciones en lo que es realmente trascendente. Al final, podremos estar seguros de que el bien será el que prevalezca. No hay duda de que el camino que estamos haciendo depende de nuestra confianza y del esfuerzo personal que, junto con el esfuerzo de todos los valientes, hará que México se salve.