OPINIÓN / El reino de la imaginación en una biblioteca / ADRIANA MALVIDO
Para iniciar un año nuevo mejor hay que imaginarse a un niño cuyo lugar favorito es la sala de lectura de una biblioteca. Cuando entra por primera vez descubre estantes tapizados de libros y lectores concentrados, cada uno en un viaje distinto. Todo lo que ha soñado está en este sitio y cuando encuentra detrás de un cristal el manuscrito original de Aventuras de Alicia bajo tierra sabe que está en uno de los mejores lugares del mundo. En ese momento Neil Gaiman dio el primer paso hacia su vida como escritor.
Cuando vi la serie The Sandman, adaptación de la novela gráfica del autor británico, me pregunté de dónde salían esos mundos, esos personajes, esas historias fantásticas. Gracias al nuevo libro Reinos de la imaginación, ensayos sobre el ancho mundo de la fantasía sé la vida de Neil Gaiman y de muchos escritores y autoras que, como él, han optado por la creación de mundos imposibles y maravillosos.
Los expertos pueden debatir sobre cuál es la primera obra de ciencia ficción, pero no pueden saber cuál es el preciso momento en el que nació la fantasía en la mente humana. Está presente en las más viejas leyendas y en los lenguajes más antiguos, parece que siempre ha estado ahí.
Dice Gaiman, en el Prefacio del libro, que las primeras historias que tenemos son fantasías: maneras de ver el mundo, teorías de cómo empezó todo, cuentos de héroes y heroínas, dioses y diosas, poderes más allá de nuestro alcance, milagros y monstruos, sueños, peligros y misiones, historias de renacimiento y de vida después de la muerte, de transformación…
“Algunas historias fueron un día los misterios más profundos y vitales de las religiones, al envejecer las religiones se convirtieron en mitos y algunos de los mitos, con el tiempo, transmutaron para convertirse en cuentos de hadas”.
Autor de otros clásicos como Coraline o Stardust, cuenta Gaiman que creció convencido de que la literatura fantástica era importante, por más que sus maestros, padres y amigos decían que era algo trivial a superar con la edad, hasta que conoció gente que leía y se emocionaba con los mismos libros y autores que él y hasta podía intercambiar puntos de vista con ellos.
En los años 90 del siglo XX llegó a sus manos La Enciclopedia de la Fantasía y confirmó que aquello iba muy en serio y que los cuentos de hadas y las sagas fantásticas no son un problema sino una maravilla.
Todo comenzó en una biblioteca habitada por mapas y dragones, sueños y pesadillas, bosques, orcos, pantanos venenosos, brujas y hadas, duendes, ángeles y demonios, dragones, valles secretos, lenguajes inventados, profecías y romances y tragedias. Y vio Gaiman con el tiempo que la fantasía no solo tiene que ver con lo imposible y las maravillas inexplicables, sino con realidades de nuestro mundo; que los hobbits de Tolkien van de la vida cotidiana en su pequeña aldea al terreno imaginario de la Tierra Media, como sus personajes en The Sandman irán del mundo de los sueños, las diosas y las eternidades, al del mundo terrenal y cercano al del lector, y como la pesadilla de Harry Potter con su horrible familia urbana se transforma dentro del universo de la magia y la hechicería de Hogwarts sin perder asuntos esenciales y tan humanos como la amistad y la sabiduría.
El libro acompaña la gran exposición Fantasía en la Biblioteca Británica de Londres. La integran, desde las más antiguas leyendas y mitos hasta Tolkien, Gaiman y Rowling, manuscritos originales, libros, comics, vestuarios, películas e instalaciones hasta videojuegos. Recorrerla es una invitación a escapar del mundo real, pero también una forma de verlo con nuevos ojos.