Opinión / Un rumor de papeles rasgados / Javier García-Galiano
Hacia el fin de los años 70 del siglo pasado había quienes pronunciaban su nombre como una revelación y una complicidad de iniciados. Se trataba del nombre de un escritor insólito. Con su vehemencia implacable, Juan García de Oteyza le confiaba a algunos sus larguísimos palíndromos. Inevitablemente, David Huerta hablaba con devoción de él en el café La Veiga, en Insurgentes, en Mixcoac.
El escéptico irredento y colérico Pepe de la Colina se refería a él con veneración como el “profesor Annorax”; una evidente alusión a Julio Verne. En el curso de poesía mexicana que sostenía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Salvador Elizondo se detenía a hablar con asombro de él, del que había elegido su poema “Nevería” en la antología Museo poético.
Con admiración y generosidad, Octavio Paz, que consideraba que era “uno de los creadores más originales de esta hora en esta lengua”, propiciaba la publicación de sus libros. Se trataba de Gerardo Deniz, que firmaba sus traducciones de, entre otros, Georges Dumézil, Albert Beguin, Claude Levi-Strauss como Juan Almela; nombre que algunos reconocían subrepticiamente como el que sus padres habían inscrito en su partida de nacimiento.
Todavía persistían los años 80 cuando un estudiante de Letras Hispánicas en la UNAM, que editaba obstinadamente la revista Alejandría, se había propuesto escribir su tesis de licenciatura sobre Gerardo Deniz. Sé que la escribió y la defendió en lo que llaman “examen profesional” (ignoro las circunstancias). Sé asimismo que ha seguido editando revistas varias como Viceversa y que no ha dejado de ser uno de los lectores más fieles de Deniz, uno de los más acuciosos, uno de los que escriben constantemente sobre él, que ha editado algunos de sus libros y no se cansa de propiciar que se publiquen otros, uno de sus amigos infalibles y perdurables; me refiero a Fernando Fernández, quien, como lo informó oportunamente EL UNIVERSAL con una entrevista muy recomendable que sostuvo con Yanet Aguilar, acaba de publicar Mar en turco. Ensayos sobre Gerardo Deniz, bajo el signo de Bonilla Artigas Editores.
Aunque en su blog Siglo en la brisa, cuyo nombre procede obviamente de un poema de Deniz, Fernando Fernández celebraba que estuviera impreso y encuadernado como para festejar los 90 años que hubiera cumplido Juan Almela el 14 de agosto, no se trata de un libro de ocasión, sino de la escritura derivada de una lectura incesante y reveladora, que refiere asimismo la de otros lectores como Octavio Paz y la de uno de los autores traducidos por Almela: Georges Dumézil, que importa también un retrato del traductor.
La historia de Fernando Fernández como lector de Gerardo Deniz sugiere la de las diversas formas en las que puede leerse un poeta que se descubre de maneras varias en cada lectura, un escritor insólito, inexorablemente irónico y crítico, al que parece imposible emular, del que Paz advirtió que “su poesía irritará o deslumbrará, pero pocos la comprenderán”, de un escritor que confesaba tener “conciencia de no escribir poemas auténticos sino, a lo sumo, parodias vergonzosas del género arduo y sutil, exquisito y multiforme , conocido como poesía”.