La rebelión geopolítica / Siria sin Assad: Türkiye mueve las piezas del tablero / Por Talya Iscan
Tras más de una década de guerra civil, la caída del régimen de Bashar al-Assad marca un punto de inflexión en la historia de Siria. El nuevo gobierno interino enfrenta retos monumentales, pero también oportunidades para reconstruir un país devastado por el conflicto. El colapso del régimen de Assad ha dejado un país fracturado en líneas étnicas, religiosas y políticas.
Con más de 14 millones de desplazados según la ONU y un PIB que se ha reducido en un 70% desde 2010, Siria enfrenta una crisis humanitaria y económica sin precedentes. Además, el país sigue siendo un campo de batalla entre múltiples actores: desde milicias kurdas hasta grupos rebeldes islamistas como Hayat Tahrir al-Sham, que controla gran parte de Idlib y desempeña un papel ambiguo en la nueva configuración política.
El nuevo gobierno tiene la posibilidad de establecer un modelo inclusivo y representativo que integre a las diversas comunidades étnicas y religiosas del país. Además, la reconstrucción económica podría atraer inversión extranjera si se garantizan condiciones de seguridad y gobernanza. Turkiye, por ejemplo, ya ofreció su apoyo para proyectos de infraestructura en el norte de Siria, lo que podría generar miles de empleos y estabilizar la región fronteriza.
Türkiye emerge como un actor clave en el escenario sirio. Su posición geográfica y sus intereses estratégicos la convierten en un líder natural en los esfuerzos de estabilización. Ankara ha acumulado fuerzas en la frontera siria, justificando su presencia como una medida para contener a las milicias kurdas de las YPG, que considera una extensión del grupo terrorista PKK. ¿Es esto un movimiento necesario para garantizar la seguridad regional? Este acto no carece de mérito. Las YPG han sido acusadas de violaciones de derechos humanos y de intentos de imponer un control unipolar en regiones étnicamente diversas.
Además, en términos económicos, Türkiye también desempeña un papel crucial. En 2023, las exportaciones turcas a Siria aumentaron un 15%, alcanzando los 1.200 millones de dólares, según el Ministerio de Comercio de Türkiye. Además, propone la creación de una zona segura en el norte de Siria, que podría albergar hasta 2 millones de refugiados y reducir la presión migratoria sobre Europa.
Con la huida de Assad a Moscú, Rusia enfrenta una situación compleja. Ha sido un aliado constante del régimen durante la guerra, y su papel en la región no debe subestimarse. Sin embargo, su estrategia parece evolucionar hacia una retirada parcial y una mayor cooperación con Türkiye. ¿Podría esto abrir nuevas oportunidades para el gobierno interino de Siria?
Estados Unidos, por su parte, mantiene una presencia militar en Siria con aproximadamente 900 soldados, principalmente en áreas controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias. Pero su papel está lejos de ser constructivo. Washington parece priorizar el control de los recursos petroleros del este de Siria por encima de los derechos humanos o la estabilidad del país. Aunque ha ofrecido levantar sanciones si el nuevo gobierno cumple ciertos requisitos, estas condiciones a menudo reflejan un doble rasero. ¿Hasta qué punto su presencia contribuye a una resolución duradera del conflicto?
A pesar de las oportunidades, los riesgos son significativos. La fragmentación política y la multiplicidad de actores armados podría derivar en un nuevo ciclo de violencia. Además, la acumulación de fuerzas turcas en la frontera genera tensiones con las milicias kurdas, lo que podría desencadenar una escalada militar. Sin embargo, Türkiye ha demostrado un enfoque pragmático y disposición a liderar los esfuerzos de reconstrucción y estabilización, actuando como un contrapeso crucial en la región.
El destino de Siria dependerá en gran medida de cómo se maneje esta transición. Türkiye, con su mezcla de fuerza militar y diplomacia pragmática, está bien posicionada para liderar los esfuerzos de estabilización. Los riesgos de un colapso político y la renovación del conflicto son reales, pero también lo son las oportunidades para construir un país más inclusivo y próspero.