ENTRE OVNIS Y ALIENS / Lo que no vemos del fenómeno ovni / MARCIANO DOVALINA

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Nos hemos obsesionado con las luces, pero no con las leyes, con las formas de los objetos, pero no con las formas de pensar.

El verdadero misterio del fenómeno ovni no está en el cielo, sino en la resistencia humana a cuestionar lo que cree saber, nos decimos científicos, investigadores, pero la mayoría aún responde al fenómeno con miedo, burla o indiferencia, como si preguntar fuera peligroso, como si dudar fuera un crimen.

Y, sin embargo, ahí están.

No digo que todos los avistamientos sean naves extraterrestres, digo que entre el 95% explicable puede haber un 5% que transforme nuestra historia y ese 5% merece toda la honestidad intelectual que podamos ofrecer.

¿Qué es lo que no vemos?

No vemos que nuestra arrogancia es más densa que el acero de una nave alienígena, la ciencia moderna se basa en la curiosidad, pero sufre de amnesia, olvida que muchas veces, lo que parecía absurdo, terminó siendo cierto. ¿Microbios? ¿Planetas más allá del Sol? ¿La expansión del universo? Todo eso fue ridiculizado antes de ser aceptado.

No vemos que estamos buscando con ojos del siglo XX en un universo del siglo XXX, nuestros radares, nuestros telescopios, nuestras categorías… son limitadas. Buscamos platillos voladores cuando deberíamos estar buscando firmas tecnológicas, trayectorias imposibles, inteligencias no humanas que no se mueven en tres dimensiones sino en posibilidades que ni siquiera sabemos nombrar.

No vemos que la respuesta puede ser tan extraña que no encaje en ningún paradigma actual, tal vez no vienen de otro planeta, tal vez siempre han estado aquí, tal vez no viajan por el espacio, sino por el tiempo, o tal vez somos nosotros en otra versión, otra simulación, otro pliegue, la física cuántica no descarta nada de eso, nosotros sí.

No vemos que estamos en una encrucijada histórica, por primera vez tenemos el conocimiento, los instrumentos, la tecnología y la voluntad política para investigar el fenómeno de manera seria, pero si dejamos que los prejuicios —o los intereses— lo secuestren, perderemos un momento clave para la humanidad.

No vemos que el fenómeno ovni es un espejo, no muestra lo que hay allá afuera, sino lo que nos falta adentro: humildad, colaboración, visión de especie.

El cielo no está cerrado. Nuestra mente, sí y lo único más peligroso que no encontrar nada, es no atrevernos a buscar, porque si hay algo ahí afuera —y cada vez estoy más convencido de que lo hay—, no lo vamos a encontrar con certezas sino con preguntas radicalmente honestas.

Y la primera es:

¿Vamos a despertar o vamos a llegar tarde a la historia más importante de la humanidad?