Yuriria Sierra - Osorio: su ¡huélum!
Se la rifó. Ayer por la tarde-noche, el secretario de Gobernación se la rifó, sorprendió y, dicho con todas sus letras, salió no sólo airoso, sino victorioso con su estrategia. Hizo lo que ningún secretario de Gobernación había hecho en la historia reciente del país. Poco más de 30 mil estudiantes del Instituto Politécnico Nacional llegaron (tras seis días de protestas y marchas) a las afueras de la Segob y sí, las puertas de Bucareli se abrieron. Y por ellas salió el mismísimo encargado de la política interior de este país. “En 30 minutos lo resolvemos”, dijo Osorio antes de dar lectura, él mismo, al pliego petitorio de los estudiantes. Y lo inesperado: se llevó los aplausos de los “burros blancos” (como se les conoce a los estudiantes del IPN).
Yoloxóchitl Bustamante declaraba el lunes por la mañana que las decisiones al interior del Instituto Politécnico Nacional estaban tomadas. Un “a ver cómo le hacen...”. O sea, que no habría marcha atrás a los cambios en los planes de estudio y en los estatutos que rigen a la segunda institución de educación superior y media superior pública del país. Sin embargo, para el momento en que escribo estas líneas, pasando las siete de la noche de ayer martes, el panorama pintaba mucho muy distinto, la imagen, sí, es histórica: Osorio Chong, sin saco, en mangas de camisa, les prometía a los manifestantes que sí puede “haber de otra”.
Y es que hacer política es, justamente, eso: saber identificar situaciones socialmente complejas y encontrar los espacios desde los que se pueden construir los puentes para destrabar los conflictos antes de que se vuelvan incontrolables. Que no es lo mismo que ceder a chantajes. Que no es lo mismo que volverse rehén de los grupos de presión. Que no es lo mismo que negociar con terroristas (o sus similares). Es, por el contrario, discernir en dónde se encuentran los escenarios de negociación en los que las partes puedan encontrar un resultado deseable para todas las partes involucradas. Entenderlo así, a Osorio le valió una ovación de parte de los estudiantes, incluso más sonora que las que recibieron los líderes estudiantiles que tomaron la palabra. Prometió una respuesta para el próximo viernes (día en el que veremos si el talento político desplegado ayer por el secretario se concreta en la mesa de negociación).
Porque el de ayer fue un momento histórico, una jugada de precisión quirúrgica, incluso tal vez medianamente improvisada, pero que viene a cuenta a una coyuntura que urge por un gobierno capaz de dialogar con todas las voces. Y sí, también porque en estos días el fantasma del 2 de octubre merodea cualquier protesta, ya no digamos una de estudiantes. Y con el tema de Ayotzinapa ardiendo en Guerrero, con mayor razón. Osorio manda dos mensajes coyunturales: 1) que este gobierno no reprime las protestas, pero tampoco les teme y, 2), desacredita a aquellas otras voces que han aprovechado el tema del IPN para promover la falacia de que hay un maquiavélico plan para disminuir la calidad educativa de las vocacionales y formar tan sólo “mano de obra barata”.
Y, claro, por supuesto, legitima una protesta meramente estudiantil de una institución educativa pública que, a diferencia de la UNAM, carece de autonomía. Por lo pronto, Osorio Chong, anoche, se anotó un “pim pom porra” con un sector de la sociedad que, hasta ayer, felizmente hubieran pedido su cabeza. Y no sólo eso: se anotó un ¡huélum! en su propia estrategia política al interior del gobierno peñanietista.