Laura Rojas - Ley de ingresos: impuestos, deuda y desempleo
El populismo está de regreso. El gobierno sigue empeñándose en repetir las condiciones que condujeron al mayor fracaso económico de México en su historia. Parecía que habíamos aprendido de los fatídicos errores de Echeverría y López Portillo, pero sus fantasmas rondan
de nuevo.
Esta semana, el PRI con una parte de senadores del PAN y del PRD aprobaron la Ley de Ingresos para 2015, la cual en materia de impuestos prácticamente no cambia en nada comparada con la de este año a la que el PAN completo se opuso. Son los mismos impuestos que nos negamos a votar hace un año, los que hemos criticado por meses más nueva deuda.
A pesar de que durante el año, la Secretaría de Hacienda hizo ajustes a la Reforma Fiscal del año pasado a través de cinco resoluciones, no han querido siquiera abrir la posibilidad de una revisión sobre las consecuencias de la homologación del IVA en la frontera o de la sustitución del antiguo régimen de pequeños contribuyentes por un nuevo esquema mucho más complicado para quienes quieren pasar de la informalidad a la formalidad.
La realidad es que muchas familias la están pasando mal. Varios indicadores como las débiles ventas en tiendas de autoservicio y departamentales, así como el rápido crecimiento de la cartera vencida, demuestran que la estrategia de cobrarles mucho a pocos en vez de poco a muchos, no es atinada y no condujo ni a mayor crecimiento económico ni a más empleos; sólo generó déficit, más endeudamiento y más desempleo. Pero, en vez de corregir, lo que no funcionó en 2014, nos lo volverán a imponer para 2015.
El que el gobierno tenga más dinero a través de los impuestos no significa que nos vaya mejor a los mexicanos. Muchos recursos se despilfarran en políticas públicas sujetas a una precaria o inexistente evaluación, o se diluyen en la profunda corrupción estructural. En esta semana, la organización civil Gestión Social y Cooperación dio a conocer que 78% de los programas sociales sufren de mal diseño y opacidad. A consecuencia de esta falta de transparencia, muchos de los recursos que debieran ser para combatir la pobreza terminan engrosando el bolsillo de los funcionarios públicos y alimentando clientelas políticas para las elecciones.
A pesar de ello, el gobierno no ha diseñado una estrategia para mejorar el gasto, sino más bien ha decidido aumentar el déficit fiscal en 2.5% en dos años, es decir está gastando mucho más de lo que ingresa. En el mediano plazo el escenario no va a mejorar, porque los ingresos petroleros están disminuyendo a causa de la menor demanda del combustible. Siendo la nuestra una economía petrolizada, los ingresos tenderán a disminuir por lo que el desequilibrio aumentará.
Sumado a ello, este nuevo paquete fiscal contempla continuar la espiral de endeudamiento, cuya velocidad de aumento es preocupante. El crecimiento de la deuda es cinco veces mayor que el crecimiento del país y 300% más que en los dos sexenios anteriores. Cada día la deuda crece alrededor de mil 700 millones de pesos, un pesado lastre en el futuro de los mexicanos. Más endeudamiento en un escenario de disminución de la inversión extranjera, de inseguridad y de menos captación es muy peligroso.
El panorama internacional se está descomponiendo nuevamente y no es momento de jugar con la economía; se requieren de acciones que den certeza a la política financiera. El gobierno debe entender que no somos los políticos con más dinero para repartir paliativos a los más pobres, quienes haremos que México salga adelante. Son los mexicanos emprendedores, en su mayoría pequeños y medianos empresarios los que pueden generar empleos y hacer crecer la economía. A ellos hay que impulsar, en vez de castigar. El gobierno debe enmendar su fallida política económica que ya nos costó dos años sin crecimiento. Por su parte, los electores en 2015 deberían castigar a quienes han manejado irresponsablemente la economía y se han equivocado una y otra vez en sus pronósticos y en sus resultados.
*Politóloga y Senadora de la República
Twitter: @Laura_Rojas_