Vianey Esquinca - A río revuelto…
Lamentablemente la tragedia de 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos no ha servido para que se sienten las bases legislativas, normativas, políticas y sociales para que una situación así no se repita. Ha funcionado para que, una vez más, se busque un rebaño de chivos expiatorios, se cobre venganza, se culpen unos a otros y se justifique la violencia.
Cuando se leen los periódicos y se escuchan en noticiarios las noticias del día, se genera una sensación de incertidumbre y de que el país está trastocado, agitado. Lo que sirve para que muchos lleven agua a su molino.
Entonces a río revuelto ganancia de artistas y cantantes. Se ha vuelto costumbre que en los eventos artísticos, los galardonados e invitados aprovechen el momento para mostrar su solidaridad con el caso Ayotzinapa. Se agradece el apoyo nacional e internacional y la visibilidad que permite que las autoridades, cuando se sienten tan observadas, no se duerman en sus laureles y mantengan las investigaciones.
Sin embargo, hay momentos que parece que portar el número 43 es igual que Ice Bucket Challenge donde todos comenzaron a tirarse cubetas de agua fría sin ni siquiera poder pronunciar y mucho menos enterarse que el objeto de esta acción era para recaudar fondos y hacer conciencia de la Esclerosis Lateral Amiotrófica.
¿De verdad todos los que utilizan los eventos artísticos para apoyar a los 43 desaparecidos saben siquiera dónde está Ayotzinapa? ¿Saben lo que es una escuela normal rural? ¿Entienden que este caso no es algo aislado sino el síntoma de un cáncer que aqueja al país? Muy probablemente no, pero de cualquier manera ha servido para que gente como Eugenio Derbez haya pasado de ser comediante exitoso a intelectual reconocido en 30 segundos, después de realizar declaraciones críticas contra el gobierno en una entrevista a Univisión.
A río revuelto ganancia de anarquistas que, además, se aprovechan de la incapacidad de la autoridad y las lagunas de la legislación. Este jueves se detuvo a 31 rijosos, presuntos responsables de los hechos vandálicos que mancharon la manifestación nacional pacífica de Ayotzinapa. A la hora en que se escribe esta columna ya habían soltado bajo fianza a 15, y se anunció que 11 serían llevados a penales federales. Ocasionando, como siempre sucede, manifestación de sus familiares. Si una vez más la historia se repite, en unas horas más serán liberados todos o la gran mayoría de los vándalos quienes volverán a actuar a la menor provocación.
A río revuelto ganancia de distractores. Además de Ayotzinapa, la atención mediática se ha centrado en el caso de la llamada Casa Blanca de Angélica Rivera. Juntando, incluso, los dos temas en una tormenta perfecta.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que muchos medios se hayan concentrado en cuestionar si la primera dama podría haber o no ganado lo suficiente para comprarse la casa. La comparan con artistas estadunidenses como si sólo allá se estuviera permitido ganar cantidades exorbitantes.
Tal vez después de ver el video donde explicó cómo había obtenido los recursos para comprar su casa, resulta aún más inverosímil que con sus dotes de actriz haya obtenido 131 millones de pesos en 2010, pero le guste o no a mucha gente, esto es posible.
Sí, duele que una actriz gane tanto, que sea ofensivo para los 53 millones de mexicanos que viven en la pobreza, pero nadie se queja de los sueldos absurdos que llegan a ganar futbolistas, boxeadores y cantantes.
Pero la exagerada duda que se pone de los ingresos de la otrora actriz, recuerda cuando en 2007 se supo que Andrés Manuel López Obrador usaba trajes de la marca Hugo Boss. Entonces fue duramente criticado como si lo hubieran encontrado vistiendo un atuendo Loro Piana cuyas prendas pueden alcanzar hasta los 23 mil dólares.
El tema por consiguiente no debería estar en si la primera dama ganó o no esa cantidad. El tema debe seguir siendo el conflicto de interés con el constructor de la casa y el gobierno federal, la declaración patrimonial a la que deberían estar sujetos los funcionarios públicos de todos los niveles y en la que deben incluir los bienes de su esposa. En la trasparencia y la rendición de cuentas, y en que se deben poner candados más rigurosos en las licitaciones de cualquier obra pública.