Jorge Fernández Menéndez - El PRI o no me ayudes compadre
El presidente Peña buscará aprobar lo más rápidamente posible las leyes presentadas en el decálogo de seguridad anunciado el pasado jueves sobre todo en lo referente a la ley de infiltración de la delincuencia, las nuevas policías estatales y así comenzar los operativos especiales diseñados para cuatro estados de la República: Guerrero, Michoacán, Jalisco y Tamaulipas. La administración Peña necesita esos instrumentos para tratar de recuperar apoyos, pero también para mostrar que es un gobierno debilitado, pero no débil.
Lo ocurrido en Chilapa, Guerrero, donde ya son 16 los cuerpos desmembrados que se han encontrado apenas desde el jueves pasado, demuestra la magnitud del desafío. No es el único, se supone que cerca de 80% de los municipios del estado están en situación crítica, y por lo menos medio centenar en el resto del país vive una situación similar (ya lo abordaremos, pero mucho ojo con Tecámac, en el Estado de México que puede convertirse en otro Iguala). Y recuperar ese control se ha tornado clave para el futuro de la administración federal.
Ya están las iniciativas, pero ahora hay que sacarlas adelante. Para eso el gobierno federal necesita el respaldo de su partido, el PRI, pero también de las oposiciones, por algunos cambios constitucionales. Pero en muchas ocasiones el PRI pareciera que no termina de comprender, primero, que ya no está en la oposición, que desde hace dos años está en el gobierno, y segundo, quizás por eso mismo, que el respaldo que necesita darle al presidente Peña pasa, mucho más allá de los entusiasmos matraqueros, por actuar con responsabilidad y sentido político.
Si alguien quiere comprender por qué en sectores del priismo no se termina de comprender la trascendencia que tiene el tema de la seguridad, incluyendo el esfuerzo nacional que se debe desarrollar para recuperarla, tiene que leer las declaraciones del presidente nacional del tricolor, César Camacho arremetiendo el sábado contra el expresidente Calderón, reviviendo la tesis de “la guerra de Calderón” (¡dos años después del inicio de la actual administración!) y responsabilizando a ese gobierno de una violencia que es responsabilidad exclusiva de los delincuentes. Calderón tuvo aciertos y errores, pero como lo ha podido comprobar el presidente Peña en estos dos años, recuperar la seguridad perdida no es, simplemente, un tema de voluntad política.
El CEN del PRI que no había dicho, que recordemos, una palabra en apoyo al presidente Peña en medio de la durísima coyuntura que está viviendo, pero estalla contra el exmandatario del PAN, cuyos votos y apoyo necesita el presidente Peña para sacar adelante la agenda que dio a conocer el jueves. Una agenda que incluye muchos de los capítulos de seguridad que, por la razón que sea, el PRI les negó a los panistas en la pasada administración: desde el mando único y el nuevo modelo policial obligatorio a nivel estatal hasta la ley para evitar la infiltración delincuencial.
¿Por qué la dureza de Camacho? Porque Calderón osó recordar que efectivamente eso ya se había planteado y que un gobernador, Ángel Aguirre, sí, el mismo exgobernador de Guerrero, en Palacio Nacional cuando se presentaron estos temas, terminando una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, dijo que en México no se podía pretender tener una policía como la de Suiza… y entonces nos dio una como la de Iguala y Cocula.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, me dijo el jueves, en entrevista, que esos capítulos no salieron adelante porque no era el momento adecuado y porque no se dieron las condiciones. Puede ser, decíamos aquí el viernes, que en muchas ocasiones las reformas no se realizan cuando se debe o cuando sería oportuno realizarlas, sino cuando una crisis las impone por encima de cualquier otra consideración. Pero, de vez en cuando, en la política como en la vida, es sano, cuando se quiere recomponer una relación, decir “es verdad, tenías razón, me equivoqué”.
Las anunciadas son medidas forzosas, pero positivas y que redituarán a favor de la sociedad, algunas en el mediano plazo, otras en periodos más cortos. Deben tener el respaldo de todos los partidos porque son necesarias, más allá de que algunos consideren que pueden ser incompletas o que se pueden y deben hacer más cosas.
Por lo pronto, comenzando su segundo año el presidente Peña necesita, más que nunca, que ese aparato electoral que se llama PRI se convierta en un partido que respalde, no con ocurrencias, sino con política cotidiana, su gestión, mientras el Presidente comienza a mirar con otros ojos a todos quienes le acompañan en su ruta…los de adentro y los de afuera, a sus antecesores y a quienes aspiran a sucederlo.