Jorge Fernández Menéndez - La pieza que llegó de Austria
La PGR confirmó que uno de los restos encontrados en el basurero de Cocula pertenece a uno de los jóvenes desaparecidos en Iguala, son de Alexander Mora. Así lo informaron los peritos argentinos que trabajan en la investigación y el laboratorio de Austria a donde se enviaron esos restos para que su ADN fuera examinado. No podemos hablar de los restos de los otros 42 jóvenes porque luego de que sus cuerpos fueron incinerados y las cenizas arrojadas a un río, prácticamente no ha quedado nada de ellos, pero la confirmación de que uno de los pocos huesos que fueron rescatados pertenece a uno de los desaparecidos es también una confirmación más de que las conclusiones a las que se llegó en la investigación federal son verosímiles y explican lo sucedido aquel 26 de septiembre luego del secuestro en Iguala.
Apenas el viernes decíamos aquí que ya existía una investigación exhaustiva del orden federal, donde hay 80 detenidos, incluyendo varios de los autores intelectuales y materiales del crimen; existían confesiones explícitas sobre lo ocurrido con los normalistas y se sabía cuál fue su destino. Los resultados llegados de Austria lo confirman.
También decíamos que indudablemente a los familiares de las víctimas les puede doler esa certidumbre, pero que no hay mucho más que se pueda hacer al respecto: en estos días se reconstruirá, primero con los familiares, luego con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mucho más al detalle lo divulgado hace algunas semanas por la PGR, y se tendrá que cerrar judicialmente la investigación del caso Iguala, aunque se continuará persiguiendo a quienes aún falta por detener e independientemente de que todavía falte fincar obligaciones penales a personajes que de una u otra forma han tenido responsabilidad en los hechos. Se seguirá trabajando en el tema pero habrá ya una verdad jurídica. La pieza que faltaba para ello eran los resultados de ADN y los mismos ya se tienen.
No puede continuarse eternamente una búsqueda que, en este caso lamentablemente, ya tuvo frutos: se sabe qué sucedió con estos jóvenes, se sabe quiénes fueron los responsables de su destino y varios de los autores intelectuales y materiales están detenidos y algunos de ellos confesos. Se puede pedir más, pero difícilmente se obtendrán otros resultados.
Lo que sí se puede hacer es avanzar en las reformas de seguridad que están pendientes en el Congreso (donde es prácticamente seguro que no habrá un periodo extraordinario este año si esas reformas no se sacan antes del 15 de diciembre) y en perfeccionar muchos mecanismos institucionales más, incluyendo los listados y las investigaciones sobre las personas desaparecidas en todo el país, quizás creando una fiscalía especial al respecto.
También se debe avanzar en la depuración de la policía y de la clase política en Guerrero y en otras partes del país. Casos como el de Bernardo Ortega, el presidente de la comisión de gobierno del Congreso de Guerrero son insostenibles. Ortega es el hermano de los dos líderes de una organización delincuencial y puede ser que él no tenga responsabilidad en la actividad de sus hermanos, pero lo mismo en su momento argumentó María de los Ángeles Pineda, la esposa de José Luis Abarca, el exalcalde de Iguala, respecto a sus padres y hermanos, y por ignorarlo se pagó un costo muy alto.
Judicialmente el caso Iguala se tiene que comenzar a cerrar con esta verdad jurídica, lo que no quiere decir que no se siga investigando o buscando a otros responsables, pero la pieza que falta para confirmar lo sucedido, insistimos, ya llegó desde Austria.
La salida de Rodríguez Almeida
Nadie sabe con precisión, más que los directamente involucrados, por qué Jesús Rodríguez Almeida tuvo que dejar la Secretaría de Seguridad Pública del DF. La única versión la dio el presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, que dijo que la renuncia se debió a “las desafortunadas declaraciones” del jefe policial cuando, después de los hechos vandálicos del 20 de noviembre, Rodríguez Almeida dijo que felicitaba a su personal por el trabajo realizado y “por el gran valor, gallardía, responsabilidad y sobre todo porque restablecieron el orden público, le guste a quien le guste”. No sé qué tiene de desafortunada esa declaración, lo que sí sé es que en el contexto en el que tuvo que desarrollar su labor Rodríguez Almeida.
Creo que fue un muy buen funcionario público, un hombre con capacidad y experiencia en el terreno de la seguridad, formado a lo largo de muchos años, y que no merecía dejar ese cargo por tratar de hacer lo que más del 80% de los capitalinos reclama, que es acabar con los actos vandálicos en las marchas y bloqueos. Pero así lo exigió el PRD y así se le concedió.