Cecilia Soto - Mota, tabaco y alcohol hasta los 21

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 A la memoria de Vicente Leñero, quien con las letras nos cambió a tantos la vida

 

Laurence Steinberg, profesor emérito de psicología de la Universidad de Temple en Filadelfia, estudia el cerebro y la conducta del adolescente. En particular ha diseñado experimentos ingeniosos para explicar un patrón de conducta muy específico en cuanto a la toma de riesgos en el adolescente solo, comparándolo con  el adolescente acompañado. Mientras que el patrón de toma de riesgos –por ejemplo al manejar un auto— en un adolescente no acompañado no es muy diferente del patrón del adulto joven, pues toman aproximadamente el mismo número de decisiones riesgosas, en el caso de los adolescentes “en bola” la toma de riesgos aumenta drástica y peligrosamente.

¿A qué se debe este papel de los amigos en la potenciación de la aceptación del riesgo y el peligro? Una de las respuestas, sin duda, es la de paulatina erosión de las figuras adultas, padres y maestros, como autoridades y su sustitución por los compañeros y colegas y la creciente necesidad de conseguir tanto la inclusión en el grupo como su aprobación. En varones y adolescentes mujeres el riesgo toma perfiles muy diferentes. A ellos la mezcla de alcohol, velocidad y armas, los lleva a aumentar las estadísticas de violencia en México; a ellas, las del embarazo precoz.

 

Pero desde hace unos 15 años se han multiplicado los estudios que han encontrado una base fisiológica para éstas y muchas otras conductas del adolescente. La aplicación de la técnica de la resonancia magnética ha podido demostrar que el cerebro no está plenamente formado hasta, aproximadamente, los 24 y 25 años. O mejor dicho: no está completo, no cuenta con todas las bases físicas para realizar  las funciones emocionales, intelectuales y de juicio, sino hasta la primera mitad de la década de los veintes. Mientras que las áreas del cerebro identificadas con las emociones parecen ser las primeras en completarse, las últimas son precisamente las identificadas con la capacidad de tomar decisiones, de evaluar, de juzgar y de abstenerse.

De ahí que el adolescente experimente fuertemente las emociones y pueda ser juguete de éstas, lo cual hace que en esta etapa de la vida, supuestamente “la más feliz”, haya un gran número de intentos de suicidio, muchos con éxito desafortunadamente. Los especialistas han identificado mediante las técnicas de la resonancia magnética y la tomografía las áreas del precórtex lateral y del córtex frontal como las últimas en desarrollarse. Asimismo han estudiado que en esa etapa de formación y maduración del cerebro el consumo de alcohol y de drogas tiene efectos que propician desproporcionadamente la adicción a estas sustancias. El área cerebral responsable del juicio y de la capacidad de abstenerse apenas está en formación y el sobreestímulo de alcohol y drogas, legales como ilegales, forma conexiones y “huellas” que el cerebro reconoce y requiere. Esta adaptación física del cerebro adolescente a la presencia de estas sustancias es lo que explica el bajo porcentaje de éxito que tienen las terapias de rehabilitación y liberación de las adicciones en esa etapa de la vida.

En el Congreso de la Unión duerme engavetada la propuesta legislativa de aumentar la edad legal para el consumo de alcohol hasta los 21 años, propuesta que he apoyado desde hace tiempo. No sé si la iniciativa incluye el tabaco y la mariguana pero debe incluirlos. (Se recordará que es legal portar una microdosis de mariguana y que un grupo de mexicanos hemos propuesto que la dosis se aumente realistamente). Me temo que hay dos tipos de razones para que los partidos políticos no tengan prisa en legislar al respecto: el voto de los jóvenes y el interés económico descarnado de las compañía de bebidas y el del sector turístico que no quiere perder a los spring breakers americanos que vienen a emborracharse a México en las vacaciones de Pascua.

El primer obstáculo se puede vencer después de las elecciones de 2015, haciendo que todas las fuerzas políticas aprueben el aumento de la edad legal para el consumo de drogas legales a los 21 años. Ni el derecho al voto ni otros derechos ciudadanos, como el del derecho a contraer matrimonio, sufrirán alteración o merma alguna. El contacto con el creciente número de especialistas que han documentado la inmadurez del cerebro adolescente puede convencer a los partidos políticos de la conveniencia de hacer este cambio en conjunto, de tal manera que no haya castigo político o que sea parejo para todos. En cuanto a las industrias de las bebidas y  la turística tendrán que adaptarse a estos cambios que, a mediano plazo, tendrán efectos muy positivos en la sociedad. Las encuestas y cifras del Consejo Nacional contra las Adicciones son elocuentes: como están las cosas aumenta el consumo entre adolescentes, disminuye la edad de la primera experiencia con alcohol y drogas y aumenta el número de mujeres jóvenes con adicciones y con ello el riesgo de embarazos adolescentes y bebés expuestos desde antes del nacimiento a las drogas.

La tragedia de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa nos obliga a revisar todos y cada uno de los factores que permitieron la cadena de hechos que llevaron al sacrificio de esos jóvenes. Uno de estos factores es una política pública hacia los jóvenes y en especial hacia los jóvenes pobres, prácticamente inexistente y casi la última prioridad de éste y los pasados gobiernos. Al conocer el estudio del doctor Steinberg sobre toma de riesgos en adolescentes, no pude dejar de pensar en los tres camiones pletóricos de jóvenes, adolescentes todos, la noche del 26 de septiembre y cómo los jóvenes en grupo, “en bola”, ignoran el riesgo. Cada uno de los factores, cada una de nuestras culpas, se fueron sumando hasta llegar a su entrega a la delincuencia. No hubo alcohol ni drogas en los jóvenes pero sí fueron víctimas de una política de abandono a las normales y una falta de políticas públicas hacia los jóvenes en las que la permisividad hacia el alcohol sobre todo es una de las expresiones.

Desde aquí mi solidaridad y afecto para el padre y hermanos de Alexander Mora Venancio, cuya muerte a los 19 años, nos llena de indignación y vergüenza. No quedará impune. Nos encontramos en Twitter:@ceciliasotog

                *Analista política