Francisco Garfias - “¡Puras pinches burlas!”

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Miguel Barbosa, presidente del Senado, pidió la palabra para hacer “una reflexión” sobre los reproches, calificativos, regaños y hasta insultos a legisladores que, espontáneos, habían brotado en las intervenciones de los “encabronados” padres de los 43 normalistas “desaparecidos”.

De corruptos, mentirosos, omisos, hipócritas e irresponsables no los bajaron.

El presidente de la Mesa Directiva del Senado no alcanzó a medir el denso humor que flotaba en la sala dos de la Cámara alta, donde se desarrolló la singular reunión. En un segundo lo mandaron a volar con todo y su solicitud de hablar frente a ellos.

 

Las palabras pronunciadas por cada uno de los padres y madres oradores reflejaban no sólo el dolor y la rabia, la impotencia, el coraje por sus hijos “desaparecidos”, sino la repugnancia que sienten por la clase política y los tres niveles de gobierno.

No querían oír discursos. Sólo esperaron que los senadores les firmaran tres tantos del documento que entregaron con sus peticiones, antes de anunciar: “Nos pasamos a retirar”.

Están cansados de promesas no cumplidas. “Puras pinches burlas”, sintetizó Maribel González, una de las madres de los “desaparecidos”.

Sus modestas ropas los reflejaba como pobres entre los pobres. Manos sucias que, como ellos mismos dicen, los políticos sólo estrechan cuando les van a pedir el voto. Son los excluidos del sistema, los que nada tienen, los que nadie volteaba a ver hasta antes de Ayotzinapa, y que más pronto que tarde, ya lo verá, volverán al olvido.

Era la primera vez que la Cámara alta les abría las puertas después de 74 días de ocurrida la barbarie de Iguala. Esa fue su primera queja. No desperdiciaron la oportunidad para decir “sus verdades” a los legisladores. Para mostrar su desaprobación al “ya supérenlo”, que el presidente Peña les recomendó en Acapulco.

“¡Cómo se ve que no ha perdido un hijo en estas condiciones!”, comentó, en corto, uno de los padres.

·         “El Senado no ha hecho nada”, nos dijo, en la banqueta de Reforma, Felipe de la Cruz, vocero de los padres.

—¿Y qué esperan de los senadores?— Preguntamos.

— “Que ya se pongan a trabajar, que aprueben una ley contra las desapariciones forzadas. Son miles los desaparecidos en el país. Ustedes periodistas ¿Cuántos no han matado o desaparecido y nadie dice nada?”

Jenaro Villamil, reportero de Proceso, dio una cifra: 112 muertos.

—¿Ya ven? Hay que unirse—, reviró De la Cruz.

·         Los padres y los estudiantes normalistas —70 personas en total, según resguardo y seguridad de la Cámara alta— llegaron a ese elefante blanco, que es el Senado, pasadas las dos de la tarde, venían a bordo de dos autobuses Estrella Blanca. Allí permanecieron estacionados poco más de una hora, en espera de que se terminara de redactar el documento que iban a entregar.

No querían que los senadores los recibieran a nombre de ningún partido. Se lo hicieron saber a la senadora Layda Sansores. “Queremos una reunión con el Senado en su conjunto”, nos aclaró De la Cruz.

A las tres y cuarto bajaron de los autobuses estacionados a un costado de Reforma. Despegaron las fotos de sus hijos con leyendas de esperanza y vida. Avanzaron hacia la calle París, donde se toparon con un fuerte contingente de policías y vallas de acero.

Empezaron las consignas gritadas por los jóvenes estudiantes de la normal de Ayotzinapa que acompañaban a los padres de sus compañeros:

“¡Policía, idiota, el gobierno también te explota..! ¡Policía, ojete, te quedas con el billete! ¡26 de septiembre no se olvida, es de lucha compartida!

Los integrantes de la fuerza pública, muy serios, los escuchaban sin mover un músculo.

·         En hilera, padres y alumnos traspasaron las vallas. Caminaron hacia la puerta cuatro del Senado y entraron casi directamente a la sala dos.

Los esperaban los senadores priistas Omar Fayad y Raúl Pozos; los perredistas Luis Sánchez y Dolores Padierna: los petistas Manuel Bartlett y Layda Sansores. Después llegaron los panistas Javier Corral, José Rosas Aispuro y el perredista Miguel Barbosa.

Una vez allí, los padres desahogaron la rabia contenida. Se les veía confundidos, muy dolidos y, hay que decirlo, fuertemente cilindreados. Están convencidos de que es un crimen de Estado y que el presidente Peña es el principal responsable. Señalan también al otrora gobernador Ángel Aguirre y a la despiadada pareja Abarca-Pineda.

“Fueron policías municipales los que los levantaron y los entregaron. Mataron a seis personas. ¿Qué hizo el batallón del Ejército (asentado en Iguala) para ayudarlos? Nada. El procurador Murillo dijo que si hubiera intervenido el Ejército, lo hubiese hecho al lado de la policía. ¿Y los muchachos qué?”, preguntó otro de los padres.

Una hora de intervenciones, reclamos, descalificaciones, lágrimas de padres y madres, pero también de la senadora Layda Sansores. Se le veía conmovida. Lloró. Está de corazón con ellos. Pero los padres no la identificaron. Alguno de ellos la llamó, incluso, “¡hipócrita!”.

Los padres dijeron que sólo escucharían a los senadores si en ese momento daban respuesta a las peticiones que les presentaron, entre las que se incluyen la devolución con vida de sus hijos, la desaparición de Poderes en Guerrero, la suspensión de las elecciones de 2015 en Guerrero, la aprobación de una ley contra desapariciones forzadas.

Imposible dar respuesta al milagro que exigen.

Rechazan la tesis de que sus hijos no son ya de este mundo. Insisten en que Alexander Mora Venancio, cuyos restos fueron identificados incluso por los peritos Argentinos, aún vive.

“Es una treta del gobierno para darle carpetazo al asunto”, aseguró otro de los padres.

El ambiente era de absoluta desconfianza. Los que intervenían se mostraban reacios a dar su nombre. “¡Investíguenlo!”, replicó una madre, cuando se le pidió el nombre a uno de sus compañeros que hacía uso de la voz.

Vidulfo Rosales Sierra, abogado de las familias, destacó la pasividad del Congreso Federal frente a la masacre. “Ni siquiera pasaron un punto de acuerdo sobre el tema”, reprochó.

Miguel Barbosa hizo su reflexión, pero frente a los reporteros. “Entendemos el enojo, hartazgo, la protesta, la inconformidad. En ningún momento hemos regateado la solidaridad… Es la primera vez que tocan la puerta del Senado.”

Las peticiones de los padres serán llevadas al pleno este jueves.

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