Manuel Zepeda Ramos - Medalla

el

Piedra Imán

Manuel Zepeda Ramos

Medalla

Pantaleón. Para los chiapanecos, este nombre es emblemático.

Desde que estudiamos la primaria, el Coronel Pantaleón Domínguez fue el soldado de Chiapas del siglo XIX que llevó un ejército de paisanos a combatir a los franceses quienes, con el pretexto de adeudos pendientes del gobierno mexicano, Napoleón III —El Pequeño, porque la comparación con el gran Corso, ese sí el gran héroe francés, tan grande que el país galo le rinde tributo eterno a su grandiosidad, siempre ha sido inevitable—, invade a nuestro país. La batalla del 5 de mayo en la ciudad de Puebla teniendo como escenario bélico los fuertes de Loreto y Guadalupe, marca el clímax de esa intervención.

Hasta allá llegó don Pantaleón Domínguez con sus tropas para combatir a los invasores, abriéndose muchos escenarios bélicos durante el tiempo en que estuvieron movilizados, con bajas y prisioneros que hubo que lamentar. Muchos chiapanecos presos sufrieron la cárcel en la isla de Guadalupe, en las Antillas, hasta donde los invasores los llevaron porque era territorio francés.

 

Don Pantaleón Domínguez, militante intenso del Partido Liberal, fue tres veces gobernador de Chiapas entre 1864 y 1875. Su hijo, también liberal, perdió una pierna en combate, en la defensa de Comitán.

¿Y por qué cuento hoy todo eso?

Porque don Pantaleón y su hijo, liberales los dos, son el abuelo y el padre respectivamente, de don Belisario Domínguez.

Don Belisario es el Mártir de la Palabra libre en México. Es aquel Senador de la República de la segunda década del siglo pasado, el que siendo Senador suplente sustituye a su muerte a Leopoldo Gout el propietario. Desde la tribuna, el chiapaneco senador Domínguez denuncia valientemente las atrocidades que el chacal Victoriano Huerta hacía y deshacía en detrimento de la vida nacional, empezando por el asesinato del Presidente Francisco I. Madero y su vicepresidente, José María Pino Suárez.

Por ese motivo, el joven Médico graduado en Francia curiosamente, como médico cirujano y oculista, es torturado y asesinado por las fuerzas represivas de Victoriano Huerta, semienterrándolo con la cobardía del hecho a cuestas, en el panteón de Xoco de la capital de la República.

La figura señera de Belisario Domínguez se alza firme en el horizonte nacional. Cada día que pasa, su figura se acrecienta volviéndose la referencia obligada de alguien que tuvo la fortaleza y la valentía de denunciar lo que pasaba en el México revolucionario con la palabra empeñada.

Creo que es momento de decir que ese espíritu de dignidad por la defensa de la palabra que acompaña a este héroe de toda la vida es producto de su origen en el seno de una familia de preclaros defensores de la vida nacional y su integridad, al lado de una sólida formación humanista lograda en el Viejo Mundo, con ese espíritu de la Ilustración junto a las ideas revolucionarias de Igualdad, Libertad y Fraternidad.

Don Belisario, ya convertido en Médico, vuelve a su natal Comitán para ejercer su profesión de manera intensa y desinteresada. Instala una botica desde la que prepara los papelitos de medicamentos que receta a sus cientos de pacientes que a él acuden en busca de salud.

Indiscutiblemente, don Belisario Domínguez es hijo preclaro de Comitán, quien vive profundamente orgulloso de su nombre y obra realizada. En el centro de la ciudad, que por cierto está considerada como Pueblo Mágico, existe un museo respecto de la vida del Médico ejemplar.

El año pasado, en el que se cumplió el centenario de su fallecimiento violento, los homenajes no se hicieron esperar. Tomás Urtusástegui, dramaturgo vivo importante de México, escribió una obra de teatro al respecto, de excelente manufactura como todo lo que Tomás nos obsequia. Se montó en Chiapas con dignidad, bajo la dirección de Mario Galindo.

He querido hoy hacer alusión al espíritu universal de este chiapaneco eterno que es don Belisario Domínguez, porque el Senado de la República otorga cada año el reconocimiento más importante y significativo para los mejores hombres de México. Lo hace a través de una medalla que lleva su nombre.

Muchos importantes mexicanos que han luchado por nuestro país, la han recibido.

Hoy, el Pleno del Senado decidió otorgársela a Eraclio Zepeda Ramos, mi hermano mayor.

MI familia y yo estamos profundamente emocionados por este reconocimiento.

Hace dos semanas fui testigo en la SEP de la entrega del Premio Nacional de Artes también a él, que ha tenido una vasta obra literaria reconocida allende las fronteras. Ahora, 15 de diciembre, habrá de recibir en la vieja casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado de la República, la Medalla Belisario Domínguez a manos del Presidente de la República.

Las invitaciones, firmadas por el Senador Miguel Barbosa Huerta, Presidente del Senado de la República y por el Senador Roberto A. Albores Gleason, presidente de la Comisión Medalla Belisario Domínguez, hacen referencia a la entrega de la medalla al ilustre mexicano Eraclio Zepeda Ramos, como reconocimiento a los servicios que en grado eminente ha prestado a la Patria y a la Humanidad.

Allí estaré, sin falta, a las 12:00 en punto de este lunes 15 de diciembre.

En el camino por la búsqueda de la medalla se quedó Ifigenia Martínez, Pedro Ramírez Vázquez, Jacobo Zabludowsky, Enrique Krause, Armando Manzanero, entre otros mexicanos ilustres.

 

Estoy profundamente orgulloso de mi hermano mayor.