Pascal Beltrán del Río - México, Texas y el petróleo

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¿Hasta dónde bajarán los precios del petróleo? Los analistas no se ponen de acuerdo.

De entrada, hay mucha especulación sobre las razones de la abrupta caída de los últimos meses, desde el intento de los sauditas por sacar del negocio a los productores estadunidenses de petróleo shale hasta una colusión de intereses de Washington y Riad para poner de rodillas a Rusia e Irán.

Uno de los parámetros de los precios es el costo de extracción. Arabia Saudita, que tiene las mayores reservas de crudo del mundo (900 mil millones de barriles) y exporta diez millones de barriles al día, también tiene uno de los costos de producción más bajos: cinco o seis dólares por barril.

Y aunque ése no es el único parámetro —las necesidades de la industria y hasta las temperaturas extremas tienen efecto sobre la demanda—, hay que decir que aún hay mucho margen para que los precios del petróleo sigan cayendo.

 

La explicación más sencilla del declive es que la oferta mundial de petróleo (94.2 millones de barriles al día) supera a la demanda (92.4 millones de barriles). Es decir, hay más petróleo en el mercado del que se necesita actualmente.

Buena parte de eso tiene que ver con que Estados Unidos produce más petróleo, y aunque no exporta más, sí importa menos.

Lo que tiene perplejos a los expertos es la caída tan abrupta de los precios. El barril de petróleo ha perdido, en promedio, 47% de su valor desde el mes de junio. Y eso, obviamente, tiene a mucha gente nerviosa.

De mantenerse esta caída, los efectos sobre economías altamente dependientes de sus exportaciones de petróleo, como las de Rusia, Irán y Venezuela, podrían ser devastadores. Ayer, como consecuencia del desplome, la moneda rusa rompió el piso de los 60 rublos por dólar.

La economía mexicana también se encuentra pasando aceite, aunque hay que recordar que la balanza comercial petrolera de México está prácticamente equilibrada —por primera vez en cuatro décadas—, así que los efectos de un menor ingreso por exportaciones de hidrocarburos se empatarán relativamente con los de las importaciones a menor precio.

Sin embargo, no debiéramos ver sólo ese ángulo de la historia.

Hay otros, como la disminución del interés que los nuevos precios del petróleo pudieran generar en las licitaciones de la Ronda Uno de la Reforma Energética.

O las consecuencias que la caída de los petroprecios previsiblemente tendrá en la economía al norte del río Bravo.

Cuando digo al norte del río Bravo me refiero específicamente al estado de Texas.

Si Texas fuera un país independiente (como muchos texanos quisieran), sería la economía número 13 del mundo, casi del mismo tamaño que la de México.

Hay pocos intercambios comerciales tan grandes como los de Texas y México. Ambos son el principal socio del otro en ese rubro. Ningún estado de EU comercia tanto con México.

El comercio conjunto equivale a 195 mil millones de dólares anuales, más de lo que Estados Unidos le vende a China, y más de lo que comercia con el Reino Unido y Alemania juntos.

Entre 2004 y 2012, el comercio entre México y Texas aumentó 108.9%, mientras que el comercio entre México y Estados Unidos lo hizo en 85.3 por ciento.

En 2013, México exportó 94 mil 600 millones de dólares a Texas, casi cinco veces más de lo que exportó a los países de la Unión Europea y tres veces las exportaciones a toda Latinoamérica.

En Texas, de acuerdo con datos oficiales, hay 356 mil empresas propiedad de mexicanos.

Por los datos arriba mencionados, es una mala noticia que la economía texana pudiera verse afectada, más que la de Estados Unidos en su conjunto, por la caída de los precios del petróleo.

Aunque la economía texana se ha diversificado mucho en años recientes, sigue siendo una economía petrolizada. La producción local de crudo, que se ha duplicado en tres años, ha sido el principal motor del crecimiento estatal.

Ya hay signos de una menor actividad en la industria el año entrante, como una disminución en los permisos de perforación.

El año pasado, Texas lideró la creación de empleos en Estados Unidos, con 421 mil nuevos empleos al mes de octubre.

Eso podría cambiar el año entrante. De acuerdo con el periódico The Dallas Morning News, el Banco de la Reserva Federal de Dallas espera que la economía texana crezca 3.5% en 2015, contra una estimación de 4.5% para este año. Y el crecimiento del empleo podría situarse entre 2.5% y 3%, contra el 3.5% que se espera este año.

Si el monto de los trabajos relacionados con la industria de los hidrocarburos se contrajera sólo 1%, eso significaría 17 mil empleos menos, publicó hace unos días el diario Houston Chronicle.

México tiene la fortuna de estar enganchado en el tren de la economía estadunidense, que a diferencia de otras en el mundo, muestra signos de recuperación. Pero a veces no se toma en cuenta que las economías de Texas y EU suelen estar en posiciones opuestas del sube y baja.

Aún no se ha visto que México esté preparado para compensar los daños que el desplome de los precios del petróleo seguramente tendrá en las economías locales, como la de Texas, cuya buena salud resulta tan importante para este país.