Armando Román Zozaya - 2015: AMLO, otra vez
Armando Román Zozaya
Comienza 2015. Se trata, sin duda, de doce meses que serán cruciales para el país. De hecho, este año será particularmente relevante pues, en junio, se celebrarán elecciones en varios estados de la República y se renovará la Cámara de Diputados. En este contexto, hay un factor que resulta pertinente analizar: la participación de Morena, el partido de López Obrador, en la arena electoral.
Morena no es un partido más; es la agrupación fundada y dirigida por el líder de masas más importante de México. Sea santo de nuestra devoción o no, es innegable que López Obrador encarna la esperanza y los deseos de cambio de muchísimos mexicanos (por ello, por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2006 y 2012, respectivamente, logró varios millones de votos).
De entrada, es muy probable que el perredismo termine arrollado por la maquinaria y el arrastre de AMLO y su Morena. Asimismo, no debemos descartar que el morenismo se haga de votos de electores que, sin ser necesariamente de “izquierda”, frustrados por los partidos políticos de siempre, se inclinen por apoyar al partido del caudillo que, ahora sí, según él, salvará al país.
Morena puede emerger del proceso electoral, entonces, como una fuerza política nada despreciable. Esto obligaría a los demás actores a reacomodar sus “fichas”, a cambiar de estrategia y a emplear tácticas diferentes a las que han utilizado hasta ahora. Por un lado, esto es positivo: la competencia por los votos es sana; es bueno para el país que los votantes tengan alternativas a la hora de sufragar. Pero, por otro lado, López Obrador es el de siempre: mesiánico, sin ninguna autocrítica, obsesionado con ideas “revolucionarias” y “nacionalistas”, alejado de la división de poderes y del respeto a todas las reglas de la democracia.
Se dirá que esta discusión está fuera de lugar pues, en todo caso, en 2015 no se elegirá presidente, por lo que López Obrador no se postulará a cargo alguno. Esto bien puede ser cierto, pero no es una locura suponer que el propio AMLO figurará en la boleta electoral buscando hacerse de una diputación federal y que, si lo consigue y su estado de salud no le juega una mala pasada, se proyecte desde tal posición a la candidatura presidencial en 2018. Además, no podemos ser tan ingenuos como para pensar que, en Morena, no manda López Obrador y que dicho partido no hará, votará y se comportará como López Obrador lo indique, más allá de si éste ocupa o no cargo público alguno.
No faltará también quien considere que exagero y/o que no aprecio las cosas con nitidez pues, en cualquier caso, ninguno de los partidos políticos mexicanos respeta regla alguna y nuestro actual Presidente, así como muchos otros miembros de la clase política, están atrapados en conflictos de intereses y/o en todo tipo de malos manejos. Lamentablemente, esto es cierto. Sin embargo, creo que hay una diferencia crucial entre López Obrador y cualquier otro político mexicano: si AMLO llegase a presidente, él sí buscaría instaurar la reelección presidencial, aplastaría a quien fuera y como fuera con tal de hacer lo que él considere conveniente, nos ganaría enemistades a nivel internacional y, tarde o temprano, nos conduciría bajo una ruta similar a la seguida por Venezuela en los últimos años.
En pocas palabras, López Obrador no es una buena opción para México. Claro está que muchos, probablemente todos, de los que ahora gobiernan, a todo nivel y sean del color que sean, tampoco lo son: eso es obvio. No obstante, insisto: para mí, AMLO sería peor. ¿Significa esto que, en junio, hay que votar por cualquiera menos por Morena? No necesariamente: que cada quien vote por quien le plazca, obvio.
¿Si ni López Obrador y Morena, ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD constituyen alternativas que de verdad vayan a resultar en un mejor país, qué hacer entonces, qué alternativas nos quedan como ciudadanos? No lo sé, pero, este es un tema que discutiré en entregas futuras. Por lo pronto, ¡feliz año, amigo lector!
Twitter: @aromanzozaya