Manuel Zepeda - La víspera
Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
La víspera.
Plomo. El crisol, a punto. Primitivo, a la espera de las primeras notas para fundir las letras del periódico en las fuentes dispuestas del intertipo. Son las 4 de la tarde. Ha iniciado la fiesta.
En realidad, la fiesta había empezado muchos años antes.
Quizá en San Cristóbal, desde el resultado terrible de Huitzilac. Las armas, que estaban listas para el alzamiento, se quedaron esperando por segundos bien ganados de los obregonistas que allanaron el cuarto de don Laco, en el Hotel Primavera hoy Ciudad Real y con ello las armas incautadas y el aborto de la rebelión. A partir de allí, muchas semanas de huida por los bosques de los altos, al acecho de las tropas entre tiros y tiros, combates reales, hasta llegar a Guatemala y obtener el asilo político para evitar la muerte segura a manos de Álvaro Obregón.
Quizá en Guatemala, rumiando nostalgias cotidianas, pensando en México y su destino, pensando en Chiapas y su futuro inmediato con la desaparición de dos gobernadores por la fuerza de las balas y del Poder Legislativo completo, también por la fuerza de la balas.
Cuando llega el día de La Bombilla, cambia la vida de muchos, México incluido.
Guatemala empieza a ser pasado e historia de vida. Chiapas se ve en el horizonte de don Laco.
El retorno a su tierra marca realmente el inicio de la fiesta y su consolidación de periodista.
Renovación se llama. Son los años 30 del siglo 20.
Es un periódico de tipos móviles, impreso por supuesto en una Chandler, al cuidado de su director y escritor absoluto, Eraclio Zepeda Lara.
Desde que nace, se convierte en un periódico querido, semanal, quincenal o mensual; según los aconteceres del momento. Tiene una característica que lo hace notorio y exclusivo: Un cuento largo, divertidísimo, que retrata la vida cotidiana de Chiapas y sus regiones, muy bien escrito bajo el seudónimo de Grillo. Es la pluma de don Laco.
Renovación ya está en la hemeroteca del estado y ha sido motivo de estudio por parte de los académicos de la información que lo analizan como objeto periodístico, informativo y cultural.
Hoy, la imagen de don Laco está en la Capilla que Manuel Suasnàvar pintara en el Ayuntamiento de la capital chiapaneca, Tuxtla Gutiérrez, que captura con su arte a quienes han hecho el periodismo en el estado.
Pero volvamos al principio.
Ya dan las seis de la tarde. Llega el Largo Moguel, puntualmente presente, con sus notas deportivas. El maestro Primitivo pergeña las primeras líneas en el intertipo y la plana se empieza a diseñar en sus primeras páginas.
Son casi cuarenta años después de la aparición de Renovación en la capital de Chiapas y ya es media noche. Está naciendo otro periódico más de mi padre. Ahora se llama Renovación, segunda época y es un diario tabloide impreso en tipografía caliente, en intertipo. Se imprime en una prensa plana marca Millie y habrá de tener 32 páginas. Se terminan ya las páginas centrales. El mecanismo está de tal manera diseñado que al imprimir y pasar a la recopilación de lo que habrá de ser el periódico, una cuchilla intermedia parte a la hoja de papel pipsa a la mitad, haciendo la dimensión del tabloide.
La diferencia con aquellos años estriba en que ahora mi padre no está solo. Ahora cuenta con el concurso de su hijo mayor, Eraclio, de este servidor y de mi hermano Rafael, además de Rafael Arles, un viejo periodista que decidió venir a Chiapas con nosotros a realizar la nueva renovación. Son los meses de la huelga estudiantil del 68.
A las cinco de la mañana se terminan de imprimir los mil ejemplares con los que decidimos empezar la segunda época.
Recuerdo muy bien a don Laco estar en la mesa de entrega de periódicos a los voceadores, bromeando con ellos, con los obreros y con los periodistas que fueron al alumbramiento.
Renovación segunda época, hizo época. Fue un periódico veraz y respetado.
Ahora que en Córdoba está naciendo un nuevo hermano de nuestra familia de periódicos, he querido recordar mi experiencia de hace casi cincuenta años cuando vi nacer, con mi familia carnal, el periódico de la casa que a todos nos enorgulleció.
Igual que ahora.