Columna & Opinión 15/8/16
Ahora, contra la Iglesia, los libros…
Los ejemplares de formación cívica y ética de sexto año de primaria que, si bien ahora exhiben contenidos afines al sexo-generismo, podrían ser modificados con miras a reforzar, a privilegiar la enseñanza de conceptos y conductas que más que a formar parecen llamados a confundir a la niñez y a la juventud.
Luego que, presumiblemente de manera directa, le escucharan decir que si envió al Legislativo la iniciativa orientada a equiparar la unión entre personas del mismo sexo con el matrimonio natural, heterosexual, fue por convicción y propia decisión, y no por atender a presiones de organismos internacionales que alientan tales políticas, “como algunos le habíamos sugerido momentos antes…”, la jerarquía católica decidió resistir al gobierno, y al Ejecutivo en particular en tal propósito, y en cualquier otro que ponga en riesgo valores trascendentes, cuales son el cuidado de la niñez y de la familia.
Ese día, 5 de julio pasado para ser exactos, la suerte de la actual relación entre la Iglesia y el Estado mexicanos, con el presidente Enrique Peña Nieto, quedó sellada: confrontación de ideas y propósitos; lejos de la estridencia (mediática) sí, pero con plena contundencia… sin ruptura, diría alguno de los directos implicados, pero con absoluta certeza de que hay cuestiones, temas específicos, que desde una perspectiva de moral y fe son absolutamente innegociables.
Hoy mismo, las consecuencias de tales posicionamientos, de ambos, están a la vista. Una relación lastimada que, si bien apunta a un relativo reencuentro tras comenzarse a observar señales inequívocas de que el gobierno, su partido el Revolucionario Institucional al menos, no parece tener urgencia de procesar la iniciativa motivo del diferendo inicial, lo cierto es que en el horizonte comienza a cobrar forma ya la causal de un nuevo encontronazo: los libros de texto a través de los cuales -sin querer queriendo…, como diría aquel- se pretenden introducir cada vez más postulados de la llamada ideología de género.
Hablamos, para dejarlo claro, de los libros (obligatorios de texto) de formación cívica y ética de sexto año de primaria que, si bien ahora exhiben contenidos afines al sexo-generismo, pretenden ser modificados, cuando no lo fueron ya, con miras a reforzar, a privilegiar la enseñanza de conceptos y conductas que, realizadas (literalmente) a espaldas de los padres de familia, más que a formar, parecen llamados a confundir a la niñez y a la juventud mexicanas en lo que un necesariamente responsable conocimiento de la propia sexualidad refiere.
Por ello es que, si bien en un primer momento nadie lo percibió así, ahora la referencia que a tal posibilidad hiciera en el mensaje pronunciado por el Ejecutivo en el Día Mundial contra la Homofobia -“el punto que está pendiente y en el que se está trabajando es en los contenidos educativos, lo cual abre un gran espacio hoy de oportunidad para revisarlos, y dar aquí este espacio al respeto a la diversidad dentro de los mismos”- suena, para no pocos de los miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que encabeza el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, más a advertencia que a simple anuncio…
De ahí entonces el encono de las posiciones, el acrecentamiento de una tensión que, insistamos, a nadie conviene… ni al gobierno ni a la Iglesia y, mucho menos, a la sociedad, a los niños y a los jóvenes del país en general y a las familias en particular ni, finalmente, a México.
ASTERISCOS
*Lamentable, por decir lo menos, la lectura que a nivel social mereció la liberación -“fruto más de una cesión que de la estricta aplicación de la ley”, se dijo- de los vándalos líderes de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los impresentables Rubén Núñez Ginés y Francisco Villalobos, tras garantizar el pago de una fianza que, en razón de su supuesta incapacidad económica, cubrirán en cómodas mensualidades. Mal, muy mal…