Columna & Opinión 16/8/16

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Balance y recapitulación política

Por César Camacho

De todos es sabido, aunque pareciera que por pocos recordado, que hace apenas cuatro años las primeras planas de prácticamente todos los periódicos, diariamente reportaban terroríficas escenas, cada día más sanguinarias de secuestros, extorsiones y asesinatos que incluyeron no pocas muertes de inocentes, incluso niños, que por supuesto ya no quisiéramos recordar, pero no debemos ni podemos dejar de hacerlo.

Tampoco es posible olvidar que con los precios del petróleo más altos de la historia ingresaron a las arcas del gobierno flujos multimillonarios de dólares, seguramente como nunca antes, y que se esfumaron hasta convertirse en estelas de corrupción cuando no de humo; o que llamadas telefónicas del actual dirigente nacional panista, legisladores y personajes de su partido acreditaron la ilegalidad y la inmoralidad en el uso de recursos públicos para financiar intereses privados.

Cómo no tener presente que la autoridad abdicó de la rectoría en la Educación y la puso en manos de quien no debía, dando origen a un problema que seguimos padeciendo. Y qué decir del desempleo, el prácticamente nulo crecimiento económico y el incremento de la inflación, por no hablar de la atrofia al impulsar y concretar avances legislativos y reformas relevantes.

Por la contundencia de la incapacidad e inmoralidad de los hechos, a muchos llamó la atención que durante los primeros meses y años de la gestión actual, el nuevo régimen haya optado por emprender una alternancia ordenada, recibir un gobierno deficitario en prácticamente todos los frentes, sin caer en la tentación de hacer ver a la ciudadanía la grave situación del país, y de asumir los costos de dos sexenios en los que so pretexto de un gobierno dividido padecimos gobiernos detenidos.

A diferencia de lo que muchos esperaban y en contraste con gobiernos anteriores, audazmente, el actual comenzó por generar un clima de diálogo, posponiendo intereses partidistas y dejando pasar viejos agravios; postergando el cobro de facturas políticas, que no es lo mismo que perdonando, se creó un espacio de colaboración que permitió alcanzar acuerdos políticos sobre los cuales se impulsó el paquete reformista más grande y profundo de la historia que si bien ya comienza a dejar ver sus beneficios, será en el futuro que dejará sentir sus efectos y habrá de transformar positivamente la vida de todos los mexicanos.

Cegados, después de confesarse sorprendidos por recientes resultados electorales, pierden de vista que el tricolor conserva el más abultado padrón de militantes extendido por toda la geografía nacional que por sí sólo asegura en gran medida el triunfo electoral; oberbecidos, confían en la desmemoria de los electores, como si éstos no recordaran sus aborrecibles desempeños; limitados, no alcanzan a ver que en los gobiernos municipales y estatales y, sobre todo, en la población misma vive un priismo profundamente enraizado en la cultura política nacional; codiciosos, no miran la cada día más próxima elección como la oportunidad de recuperar el poder para servir, sino de retomar el botín que dejaron exiguo.

Sin soslayar los enormes desafíos que enfrenta, asumiendo el reto del desgaste que ha implicado afectar toda suerte de intereses, que se traduce en baja popularidad del gobierno, el ecosistema priísta ha entrado en movimiento, viene la época de anteponer los intereses superiores de la nación, como siempre, al tiempo de desnudar las amenazas que, a diestra y siniestra, acechan disfrazadas de opciones políticas. Es tiempo de hacer balance y recapitulación política, de corregir lo que sea necesario porque siempre es posible, de alcanzar más y mejores resultados, y hacer valer el gran trabajo realizado por el presente y el futuro de México.