Opinión 12/9/16
-La visita de Trump y el control de daños
Por Jorge Islas
(Académico en la UNAM)
¿Quién se benefició más en la visita de Donald Trump a México? La respuesta es obvia. Pero al menos en la percepción social, por las reacciones que han tenido por igual, tanto la opinión pública como la opinión publicada nacional e internacional, claramente el que mayor provecho saco de este encuentro inexplicable fue el candidato del partido republicano a la presidencia de EU.
Incluso, en días recientes, el mismo Trump señaló que la renuncia de quienes organizaron su viaje a México, era una señal de qué tan bien le había ido en su visita por nuestro país. La realidad es que el resultado ha sido desastroso para todos, sociedad y gobierno, pero en especial para millones de nacionales indocumentados que viven en EU, por toda la incertidumbre que genera la posible victoria electoral de quien ha demostrado en hechos y palabras, una abierta actitud discriminatoria, xenófoba e intimidatoria en contra de sus derechos e intereses.
Y en efecto, más allá del humor social, Trump se benefició de la reunión con el presidente Pena Nieto, a la que le dieron un nivel de reunión binacional en al menos tres rubros. En primer lugar, por el nuevo repunte que logro en las encuestas electorales, lo cual le reporto, en segundo lugar, nuevas aportaciones económicas a su causa y lo peor, nuevas expectativas para ganar la elección presidencial, cuando antes de su visita tenía una tendencia decreciente en las preferencias electorales, por todos los errores e inconsistencias que había cometido en fechas recientes. Por ello es explicable la urgencia que tuvo de visitar al Presidente en tan corto tiempo.
En tercer lugar, se fortaleció internamente su discurso antimexicano y sus propuestas de campaña para la construcción de un muro fronterizo que, sin saberlo, debemos de pagar todos los mexicanos.
Para nuestro gobierno, en cambio, queda un saldo negativo complejo y a la espera de ver quien gana la elección presidencial del próximo mes de noviembre. Digo a la espera porque la candidata Clinton ya anunció que no tiene a qué venir a México antes de realizarse las elecciones. En otras palabras, no acepto la invitación que le extendió el Presidente para establecer un dialogo estratégico y oportuno y en el que se resalten las fortalezas de la relación bilateral.
No hay que ser un acucioso especialista en temas internacionales, para darse cuenta de la reacción que ha tenido la candidata del partido demócrata Hillary Clinton, frente a este desliz: Dime con quién andas y te diré quién eres. Independientemente de las especulaciones futuras que se puedan generar al respecto, lo que es claro es que en la búsqueda de los votos indecisos, el discurso de ambos candidatos se puede endurecer y con ello propiciarse un ambiente social más hostil del que ya ha generado el discurso de Trump contra México.
En lo interno, la visita dejo enfrentamientos institucionales entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo. Aun y cuando en una democracia estos desencuentros son normales, por la naturaleza y el tono de las manifestaciones que han expresado algunos legisladores es un tema que seguramente no abona para impulsar otros asuntos que tienen ambos Poderes conjuntamente.
Por la lectura de algunas columnas de prensa también se puede inferir que el gabinete quedo dividido sobre el tratamiento que se le dio al tema.
Ni hablar del sentimiento social de diversos sectores de la población, que en muchos casos esperaban la oportunidad para que, en voz del Presidente, se hiciera explícito un mensaje de rechazo y reivindicación ante las ofensas del candidato Trump.
En un primer control de daños se ha hecho un reajuste al gabinete, sin embargo creo que se va a requerir en el futuro cercano algo más que rotaciones en los cargos públicos relevantes del gobierno. Sea cual fuere la nueva estrategia a seguir, es importante estar unidos para enfrentar conjuntamente a un factor de alto riesgo que a todos nos afecta por igual.