Manuel Zepeda Ramos - Divulgar

el

Piedra Imán

Manuel Zepeda Ramos

Divulgar

Va. Otra vez el rollo que aquí he dicho, con tanta convicción porque lo he practicado.

La comunicación debe ser de ida y vuelta porque si no es así, no es comunicación.

Claridad ante todo. Certeza en los dichos. Teoremas vueltos axiomas.

Así, a muy grandes rasgos, debe ser la comunicación que expresa y contiene. La comunicación que sirve para normar criterios, la comunicación para aprender.

Estamos viviendo y qué bueno, la gran transformación de México.

La que pasó en el 2013 no sucedía desde 1917.

 

Ahora, en medio año, a casi un siglo de distancia, los órganos democráticos que hemos construido decidieron como nuestros representantes cambiar el paradigma del siglo XX, obsoleto y viciado, que además impide ser competitivo con las naciones del mundo que aspiran a liderazgos de envergadura y poder.

Hoy en México hay leyes nuevas que deben tener, ya, leyes reglamentarias, mandatos secundarios para que puedan operar y empezar a prender la maquinaria que las ponga al dente en los próximos 15 años.

Es como una puesta en escena.

Primero escoges el elenco después, por supuesto, de haber escogido y leído la obra.

Vienen los ensayos y los ajustes. En el ínterin, se construye la escenografía y se diseña el plan de iluminación y sonido junto con la música que requiere el planteamiento dramático.

Se afina en el avance. Vienen los ensayos corridos de toda la obra, los ensayos generales, después con vestuario, para llegar al estreno.

Que se entienda bien, que yo ya le entendí.

El cambio alcanzado con las modificaciones constitucionales empezará a marchar una vez que estén listas las leyes secundarias y los resultados habrán de sentirse después de 10 años de operarlas. Los cambios fundamentales de México no pueden ser de la noche a la mañana. Son tantos y tan complejos que tienen sus tiempos. Ni más ni menos.

Eso deberíamos saberlo, pero también deberían decírnoslo.

Alfonso Cuarón se convirtió hace tres días en un interlocutor adecuado porque se lo ha ganado con el enorme prestigio alcanzado. Sin duda alguna.

Pero en su intención, no obstante mostrarse como un mexicano sin compromisos, siento a un Alfonso Cuarón con dejo de reclamo premeditado.

Qué hubiera pasado si se hubiera presentado el primer mexicano y latinoamericano que ha ganado un Oscar para la mejor Dirección, como un hombre de opinión y de prestigio, ofreciéndose a coadyuvar en la decodificación de tanta información, al fin cineasta, para el entendimiento nacional.

Estamos ante un problema de comunicación al que hay que entrarle para explicarlo, como le hicimos los universitarios hace 40 años para intentar divulgar el conocimiento científico que llegaba a las universidades como tarea de la tercera función sustantiva, la Difusión de la Cultura, de las Instituciones de Educación Superior. Y lo empezamos hacer.

Ahora es un paso similar.

Convoco a todos los universitarios de México para que, sin distintivos de partido sino únicamente por el amor a la patria y a un mejor destino para nuestros hijos, redactemos, diseñemos y produzcamos bienes radiofónicos y televisivos en todos los formatos, para llegar a la dificilísima tarea de explicarle al pueblo de México los enormes beneficios que las generaciones futuras alcanzarán con el nuevo México logrado.

Implica la existencia de proyectos aprobados por el Congreso de la Unión para otorgárselos en concurso a las Instituciones de Educación Superior que lo ganen para ponerlos en práctica y producir de inmediato los bienes divulgativos necesarios y suficientes.

Ante un problema de comunicación, una propuesta de comunicación de gran interés nacional.

¿No se puede?